Según comunicó la Junta de Gobierno
de la Hermandad de Cofradías de la Pasión de la Ciudad de Logroño, el pasado
día 30 de septiembre, tocó decidir las personas que van a gestionar el mundo
cofrade logroñés durante los próximos cuatro años. Estas líneas se han escrito
antes de saber el resultado del proceso electoral.
No vamos a comentar el sistema de
elección, más propio de otras épocas pasadas que del siglo XXI; no se va a
tratar la opacidad con que se desarrolla toda la gestión de la misma Junta; no
se va a poner en solfa la escasa o nula comunicación de la Hermandad de
Cofradías con los cofrades y que decir, con el resto de la ciudad de Logroño.
Por cierto, de este tema, la culpa siempre la tuvieron, la tienen y la tendrán,
las cofradías y sus Juntas de Gobierno. No se dirá nada sobre el silencio a la
posible aparición en la calle de otra cofradía más en nuestra ciudad. No se va
a repetir la nula respuesta que desde la Curia (“Palacio” en lenguaje
sevillano) se da a quien osa preguntar o demandar información alguna sobre el
mundo cofrade en la Diócesis.
Quizá fuera hora de plantear que
nuestra Hermandad de Cofradías, y nuestras cofradías, necesitan un cambio.
Grande, desde abajo, pero sobre todo, por y para los cofrades, que, en el
fondo, somos los que mantenemos vivo día a día, semana a semana, mes a mes y
año a año, el simple y sencillo hecho de ser cofrade. Podemos recordar las
palabras de Manuel Román Silva, que fuera presidente del Consejo de Hermandes y
Cofradías sevillano a principios de este siglo, cuando escribió aquello de que
debemos esforzarnos en “convertir a la cofradía en un activo valor
de evangelización en medio de esta sociedad del siglo XXI”.(1) Cuestión
que, por cierto, a determinadas instituciones oficiales de las que dependemos,
les cuesta entender y estarían dispuestos a apoyar la desaparición de las
mismas, cosa que dicen, por supuesto, off the record y con la boca pequeña. Quizá,
si se pusieran en estado de lo que denominó Enrique Gavilán como “observación
participativa” (2), es decir, sentir y vivir una cofradía y sus
procesiones desde dentro, como un cofrade más, con su túnica, su taragoleta (capuz en lenguaje riojabajeño),
su cetro o como portador del paso, cambiase su percepción del hecho cofrade. También
hay que indicar que, muchas veces, los cofrades, fácil, lo que es fácil, no se lo ponemos. Como ya se
ha dicho en este blog, en el mundo cofrade logroñés, sobran trajes y faltan
túnicas penitenciales.
¿Qué pasará? Como dice la Biblia, Dios proveerá, ya que si no... Resumiendo, se puede decir que se avecinan tiempos muy muy muy duros y difíciles para los cofrades.
(1)Román Silva, Manuel. ”La opinión”, Revista Nazarenos nº 5, pág 15, Sevilla, 2022
(2)Gavilán
Domínguez, Enrique: “Cruce de miradas. Para una teoría de las procesiones” en
VV.AA., “Memorias de la Pasión en Valladolid”, Ayto de Valladolid y Junta de
Cofradías de Semana Santa de Valladolid, pág, 49, Valladolid, 2005
Fotos: diapositivas de Antonio Bonet Salamanca.
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