miércoles, 21 de marzo de 2018

EL HÁBITO PENITENCIAL

 
 
 
Llevamos unos años observando en la ciudad de Logroño, cómo costumbres semanasanteras de otras ciudades, especialmente sevillanas, van, poco a poco, arraigando en parte del mundo cofrade. Por poner un par de ejemplos, ya podemos presumir de ver dos pasos a costal por nuestras calles; el Lunes Santo, es el Cautivo y la cofradía de la Flagelación de Jesús que ha optado por este modo de procesionar con su paso titular desde el pasado año. [1]
Como consecuencia de estos cambios en la ocupación del espacio procesional, el acompañamiento musical de los pasos debe ser, también, modificado. La cofradía de la Entrada de Jesús en Jerusalén contrata cada año  a una banda musical pro-sevillana, y la propia sección instrumental de la Flagelación ha incorporado marchas sevillanas a su repertorio  con la diferencia de que si en las tierras andaluzas el viento es más importante, aquí el tambor lo sobrepasa, dando lugar a adaptaciones muy particulares y peculiares de las marchas originales. La colocación de las bandas en las procesiones, también se modifica, pasando éstas a ir detrás de los pasos, exactamente igual que las imitadas de la geografía andaluza.
 
Disposición del acompañamiento musical
del paso de la Flagelación
Otro aspecto a destacar ha sido observar a la Junta de Gobierno de la Hermandad de Cofradías de la Pasión de la Ciudad de Logroño prescindir del antiguo hábito penitencial para sustituirlo por el traje oscuro, medalla y cetro como signos distintivos de sus componentes en todas sus apariciones públicas. Y eso que en los estatutos aparece el hábito, tal y como dice el artículo 7, salvo error o modificación estatutaria que se haya podido realizar:
 
                7.1 El hábito constará de túnica de color blanco, capuz morado con capirote con peto y espalda, cíngulo de esparto, guantes blancos, emblema en el peto, calcetines y calzado oscuro.
                7.2 Al disponer cada cofradía de su hábito característico, el uso del hábito de la Hermandad será obligatorio tan solo para el Hermano Mayor y demás personas que lo representen en las procesiones, o en  cualquier otro acto al que se deba acudir vistiendo el hábito.
 
 
Antiguo hábito de la Hermandad de la Pasión
y el Santo Entierro de Logroño. Domingo de Ramos 1948.
 

 
No se entiende la negación constante al uso del hábito distintivo de la Hermandad cuando se debe acudir a un desfile procesional en Semana Santa, pues de todos es sabido que la Junta de la Hermandad siempre acude con un representante a todos los fastos pasionales semanasanteros.
 
Jueves Santo. Salida de la procesión Jesús camino
del Calvario. Se observa al representante de la
Hermandad de Cofradías sin hábito, con traje, medalla y cetro.
 
Junto a medallas, estandarte, velas o música, los hábitos son los símbolos propios de los cofrades. Este es, a la vez, símbolo unificador y diferenciador. Nos diferencia en tanto en cuanto los colores cambian según la cofradía a la que se pertenece, entendiendo que lo  colores tienen significados diversos. No es lo mismo el morado, habitual en las cofradías nazarenas, que el negro, más normal en  agrupaciones bajo la advocación de Dolorosas o Vírgenes de la Soledad. Es unificador, en tanto en cuanto, el hábito manifiesta la misma dignidad en todos y cada uno de los hermanos que lo portan. Los hábitos, a diferencia del traje, son un símbolo, que comunica a las personas que lo ven, contrariamente al traje. Los símbolos comunican, si  no fuera así, no es solo inútil, sino también contraproducente. [2]
 

El desarrollo y uso del hábito existe desde los inicios de las manifestaciones públicas semanasanteras. Se sabe que ya en la Baja Edad Media y antes de la aparición de las asociaciones cofrades, se celebraban actos públicos de disciplina. Los disciplinantes se revestían con una túnica blanca corta, de lienzo crudo, con una apertura en la espalda o pecho para abrirla en el momento en que se desarrollaba la disciplina. En la cintura una soga de esparto que se pasaba por el cuello y finalizaba anudándose en el pecho. Salían descalzos y con la cabeza cubierta con un capillo ajustado. El modelo lo tenemos presente a día de hoy en los picaos de San Vicente de la Sonsierra, con alguna pequeña variación.
Disciplinante de San Vicente de la Sonsierra
 

Este capillo también lo portaban en algunos lugares, las personas encargadas de conducir los féretros en las exequias de la época; posteriormente y en muchos lugares serán los hermanos cofrades de cofradías de la Vera Cruz los encargados de esta acción. Un ejemplo, a día de hoy, lo tenemos en la vecina localidad de Tricio, donde custodian el féretro en la Iglesia durante el funeral, portándolo hasta el cementerio. También alguno moribundos solicitaban ser vestidos así con el objeto de morir como penitentes.
Sabemos que en 1356, los hermanos de  la Primitiva Hermandad de los Nazarenos de Sevilla, en su primera salida penitencial, portaban “túnicas de angeo de color morado, sin brillo, tosca soga de esparto ceñida a la cintura y el rostro cubierto por una cabellera de cáñamo que sujetaba a las sienes una corona de espinas. Todos cargaban con una pesada cruz y llevaban los pies descalzos. Este singular atuendo, imitación al de Jesús, dio origen al nombre de nazarenos con el que designan en Sevilla a los penitentes de la Semana Santa.” [3]
El surgimiento de las cofradías por toda España dio lugar a que se copiara el modelo, cuestión que se ha mantenido hasta nuestros días. El primer hábito de la Hermandad de la Pasión y el Santo Entierro logroñesa en el año 1940 es copiado al de la Hermandad de los Gitanos de Sevilla. [4] La evolución de la túnica de penitencia va caminando co pequeñas modificaciones con el paso de los siglos, acercándose más a la forma de las sotanas que usaban los sacerdotes. Al final se acaba adoptando la sotana como hábito, con unas aberturas laterales para poder sacar las manos.
Hábito de la Insigne Cofradía Penitencial de Nuestro
Padre Jesús Nazareno de Valladolid.

La cabeza se cubría con una tela que descansaba en el capirote. Este, tiene su origen en el que llevaban los condenados por los tribunales de la Inquisición y que eran obligados a portar, junto al sambenito con el que se vestían, a lo largo del recorrido que realizaban por las calles de las ciudades. Símbolo de castigo, de pública humillación y de penitencia en muchos casos. Como este último caso, lo portan los hermanos de las diferentes cofradías penitenciales que se forman por España. Los colores que más se usaron fueron tres; el morado, el blanco y el negro, siendo este el más comúnmente usado.
El hábito, con pequeñas modificaciones, se mantiene hasta prácticamente nuestros días. A día de hoy es lícito decir que es la prenda, en origen y significado, estrictamente penitencial. “La túnica nos hace sentirnos como Cristo en el trance de su Pasión y Muerte; el capirote nos recuerda que ninguno estamos libres de pecado, y el rostro cubierto nos hace anónimos  e iguales a los ojos de los demás, pues todos somos hijos de Dios” [5]
Hábito de la cofradía de Jesús Nazareno
de Logroño desde 1969 a 1981. Curiosa combinación
y simbología de los colores. En el pecho el  antiguo escudo de la
Hermandad de la Pasión y el Santo Entierro.
 
Por eso es importante recordar que cuando nos vestimos con el hábito de nuestras cofradías, “nos disponemos a tratar de imitar a Cristo dando un testimonio público de Fe, devoción y penitencia. Debemos pues tener el máximo respeto por nuestro hábito, cuidarlo y sobre todo vestirlo con orgullo y humildad en nuestras salidas procesionales, pues es la túnica que nos acerca a Jesús, el Nazareno”.[6]
Con el hábito nos revestimos del mismo Jesús, aspiramos a ser “Cristos vivientes”. En la celebración de admisión de nuevos cofrades de la cofradía de Jesús Nazareno y Nuestra Señora de los Dolores de Logroño, dice el celebrante:"recibid esta medalla y este hábito... y comportaros de tal manera que... os esforcéis cada día más en vestiros de Cristo". Por eso mismo, por el carácter evidentemente penitencial de las actividades pasionales de la Semana Santa, es necesario recuperar el hábito, sobre todo donde se ha perdido y ha dado paso al traje, elemento no penitencial que, en lugar de igualar a todos los hermanos, los separa y diferencia, haciendo que nuestros desfiles procesionales pierdan parte de su propio significado. Deberemos recuperarlo para todos los participantes, ocupando cada uno su sitio, pues en la procesión, que no estación de penitencia, “procesionamos con otros hermanos… somos ayuda para los demás… Es una procesión realizada mediante un orden, donde cada uno tiene su puesto y su función, donde todos hacen falta”[7]
Logroño, Cuaresma 2018.


[1] En el anuario del Gran Poder sevillano del año 2009, incluye la molía y el costal como dos variantes del mismo modo de portar los pasos. Las denomina a las dos como “costal”.
[2] Amézcua, Manuel: “Paso a paso. Itinerario de fe para Hermandades y Cofradías”, PPC, Madrid, 2004, págs.. 42-49.
[4] Ugarte Pereira, José Manuel: “De la Hermandad a la Junta de Cofradías de Logroño. Historia de un fracaso” en Actas Congreso Religiosidad Popular: cofradías de penitencia”, San Lorenzo del Escorial, 2017, pág. 783.
[5] Muñoz González, Alberto: “El hábito penitencial. Revestidos de Cristo” en Boletín Informativo nº 35. Cofradía Penitencial de Nuestro Padre Jesús Nazareno”, Valladolid, 2018, págs. 23-27.
[6] Muñoz González, Alberto: Op. Cit. pág. 27
[7] Amézcua, Manuel, Op. Cit., pág. 38
 
 


miércoles, 7 de marzo de 2018

Y TÚ,  ¿QUE LEES?
 
Lleva este humilde y pequeño foro inactivo un tiempo ya debido al ¿éxito? obtenido entre el mundo cofrade logroñés al que está dirigido, incluidos los dirigentes encargados de gestionar el mundo asociativo laico- pasional de Logroño.
Y digo al éxito, ya que es exactamente lo contrario. Desde el consabido y ya escuchado “no tienes ni idea” pasando por “haz otras cosas con tu vida” (como si mi vida girara solo en torno a este apasionante mundo) o hasta acusarme de depredador del patrimonio o, el más divertido, de ser el patrocinador, iniciador de diversos ejercicios de botellón en medio de un desfile procesional.
Gracias a estos emotivos y cariñosos mensajes, guardan mejores tiempos algunos artículos, recluidos en el cajón del escritorio, aunque ahora sea en un disco duro externo, en la nube y en un pincho de no sé cuantos gigas, a la vez que no escritos en papel ni con bolígrafo o pluma, si no con un procesador de textos de un ordenador de sobremesa. A los anteriormente citados “Los Enteraos” o “Quo Vadis Junta de Cofradías Logroñesa” Parte II y III, se unirán “¿Por qué se hacen las cosas mal cuando se pueden hacer bien? (Y, además, no cuesta tanto).  22-10-2016 en Logroño” y, finalmente, “Diolo y dotolo o la vuelta a Ranke. Dos siglos de historiografía olvidados”.
En una confrontación dialéctica, hubo un cofrade que, en determinado momento de acaloramiento, me espetó una frase que me hizo reflexionar. Venía a ser algo así, como “yo leo otras cosas, aparte de la Biblia”.  Y reflexioné sobre este tema. Y durante bastante tiempo. Y la pregunta que me hice fue: ¿es verdad? Y seguí reflexionando. Y decidí realizar una lista de los libros leídos desde septiembre de 2016 hasta el día de hoy. Los libros en cuestión son, por orden de lectura:
“El maestro Juan Martínez que estaba allí”   Manuel Chaves Nogales
“Juan Belmonte, matador de  toros” Manuel Chaves Nogales
“Morir en primavera” Ralf Rothman
 
 
“El fusil de mi padre” Hinerr Saleem
“Viejas historias de Castilla la Vieja”  Miguel Delibes
“La vista desde Castle Rock” Alice Munroe
“La habitación de Nona” Cristina Fernández Cubas
“Un viejo que leía novelas de amor” Luis Sepúlveda
“Sostiene Pereira” Antonio Tabucchi
“El club de los gourmets” Junichiro Tanizaki
 
 
“En la orilla” Rafael Chirbes
“Antología poética” Gloria Fuertes
“El buscón” Francisco de Quevedo
“Luna de lobos” Julio Llamazares
 
 
“Distintas formas de mirar el agua” Julio Llamazares
“Patria” Fernando Aramburu
“84 Charing Cross Road” Helene Hanff
“El salvaje” Guillermo Arriaga
“Nada” Carmen Laforet
“Carta a una desconocida” Stefan Zweig
“Veinticuatro horas en la vida de una mujer” Stefan Zweig
“Matar a un ruiseñor” Harper Lee
“Muerte de un viajante” Arthur Miller
“La casa azul” Manu Ochoa
“Mendel el de los libros” Stefan Zweig
 
 
“Luces de Bohemia”  Valle- Inclán
“Historia de una escalera” Antonio Buero- Vallejo
“Las ratas” Miguel Delibes.
“Vidas sombrías” Pío Baroja
“Don Sandalio jugador de ajedrez” Miguel de Unamuno
 
 
“Réquiem por un campesino español” Ramón J. Sénder
“Los restos del día” Kazuo Ishiguro
“La historia del rey transparente” Rosa Montero
“El sueño de una noche de verano” W. Shakespeare
“La noche de la encrucijada” Georges Simenon
“Maigret en el Picrats” Georges Simenon
“Últimas tardes con Teresa” Juan Marsé
“Seda” Alessandro Baricco
“Catalina y Catalina” Sergio Ramírez
 
Aparte de la lectura y reflexión diaria del Evangelio, leída unos casos, escuchada otros a través de rezandovoy.org
Pero también unos cuantos artículos referentes o que tengan algo que ver con la religiosidad popular en su vertiente pasional de Semana Santa. Y también libros, como no.
“Cofradía de El Descendimiento y Santo Cristo de la Buena Muerte (Valladolid). 75 aniversario de su fundación” Javier Burrieza Sánchez y Luis Luna Montero.
“La Semana Santa en la provincia palentina: historia, imaginería y tradiciones”, Guillermo Marlasca
“Gran Poder. Historia, arte y devoción” Manuel Jesús Rioldán.
“La cofradía de la Santa Vera Cruz de Zamora. Historia y patrimonio artístico” Miguel Ángel Jaramillo Guerrerira y José Andrés Casquero Fernández
“Semana Santa de Jaca y  sus cofradías y hermandades penitenciales en los siglos XVI al XIX” Juan Carlos Moreno
“Figuras de la Pasión en Valladolid” Javier Burrieza Sánchez
“Memorias de la Pasión en Valladolid” Teófanes Egido López, Enrique Gavilán Domínguez, José Luis Alonso Ponga, Javier Burrieza Sánchez.
También los artículos aparecidos en algunos blogs. A la vez que se repasan actas de diversos congresos; las del VI Congreso Nacional de Cofradías de Medina del Campo 2016, donde presenté una comunicación sobre los modelos iconográficos de Jesús Nazareno en Logroño en el siglo XX. Las actas del VII Congreso Nacional de las advocaciones de Jesús Nazareno Cautivo, Rescatado y Medinaceli celebrado en León en 2007 y publicadas en 2010. Las actas del V Congreso nacional de la advocación de Jesús Nazareno celebrado en 2014 en Puente Genil (Córdoba). Así como las del congreso Religiosidad popular: cofradías de penitencia, celebrado en El Escorial este septiembre de 2017 donde se presentaron dos comunicaciones referentes a la Semana Pasional logroñesa, por parte de D. Fermín Labarga García y por quién escribe estas líneas. La ventaja de los libros de actas es que permite, en función del interés de cada momento, una lectura parcial.
También, gracias a los cursos de formación, las publicaciones de la Conferencia Episcopal Española “La familia, santuario de la vida y esperanza de la sociedad”, “Directorio de pastoral familiar” y “La verdad del amor humano. Orientaciones sobre el amor conyugal, la ideología de género y la legislación familiar”.  Y como no y es obvio, del Papa Francisco “Amoris Laetitia”.
Y, finalmente y por motivos de investigación y posterior realización de escritos, la obra de José Antonio Pagola “Jesús, aproximación histórica”. También la de Joseph Ratzinger, Benedicto XVI, Jesús de Nazaret. Desde la Entrada en Jerusalén hasta la Resurrección”.  Y la de Ignacio Cacho Nazábal “Cristología”.
Está claro que estas últimas despacio y poco a poco ya que, al ser densas, exigen  una profunda y meditada reflexión tras la lectura.
Hecho este ejercicio, llegué a la conclusión que, no, que mi hermano cofrade no llevaba razón respecto a mí hábito lector y que leo otras cosas además de la Biblia. Lo cual, dicho sea de paso, recomiendo a todo el mundo.

viernes, 16 de febrero de 2018

 
MENSAJE DEL PAPA FRANCISCO
PARA LA CUARESMA 2018.
 
 
 
Nuevamente nos llega, como todos los años, el mensaje de su Santidad el Papa Francisco para la Cuaresma de este año 2018.
No tiene desperdicio; una lectura seria, reposada, nos puede ayudar, no solo a vivir mejor la Cuaresma y posterior Semana Santa, sino a llevar la Pascua a nuestra vida a lo largo de todo el año.
No es intención de quién escribe estas líneas anticiparse a nada. Igual hay suerte, suena la flauta y, desde nuestra Hermandad y Secretariado se animan a algo más que solo hacer presente este mensaje y su contenido.
 
Mensaje del Santo Padre
«Al crecer la maldad, se enfriará el amor en la mayoría» (Mt 24,12)
Queridos hermanos y hermanas:
            Una vez más nos sale al encuentro la Pascua del Señor. Para prepararnos a recibirla, la Providencia de Dios nos ofrece cada año la Cuaresma, «signo sacramental de nuestra conversión»,[1] que anuncia y realiza la posibilidad de volver al Señor con todo el corazón y con toda la vida.
              Como todos los años, con este mensaje deseo ayudar a toda la Iglesia a vivir con gozo y con verdad este tiempo de gracia; y lo hago inspirándome en una expresión de Jesús en el Evangelio de Mateo: «Al crecer la maldad, se enfriará el amor en la mayoría» (24,12).
            Esta frase se encuentra en el discurso que habla del fin de los tiempos y que está ambientado en Jerusalén, en el Monte de los Olivos, precisamente allí donde tendrá comienzo la pasión del Señor. Jesús, respondiendo a una pregunta de sus discípulos, anuncia una gran tribulación y describe la situación en la que podría encontrarse la comunidad de los fieles: frente a acontecimientos dolorosos, algunos falsos profetas engañarán a mucha gente hasta amenazar con apagar la caridad en los corazones, que es el centro de todo el Evangelio.
Los falsos profetas
            Escuchemos este pasaje y preguntémonos: ¿qué formas asumen los falsos profetas?
            Son como «encantadores de serpientes», o sea, se aprovechan de las emociones humanas para esclavizar a las personas y llevarlas adonde ellos quieren. Cuántos hijos de Dios se dejan fascinar por las lisonjas de un placer momentáneo, al que se le confunde con la felicidad. Cuántos hombres y mujeres viven como encantados por la ilusión del dinero, que los hace en realidad esclavos del lucro o de intereses mezquinos. Cuántos viven pensando que se bastan a sí mismos y caen presa de la soledad.
            Otros falsos profetas son esos «charlatanes» que ofrecen soluciones sencillas e inmediatas para los sufrimientos, remedios que sin embargo resultan ser completamente inútiles: cuántos son los jóvenes a los que se les ofrece el falso remedio de la droga, de unas relaciones de «usar y tirar», de ganancias fáciles pero deshonestas. Cuántos se dejan cautivar por una vida completamente virtual, en que las relaciones parecen más sencillas y rápidas pero que después resultan dramáticamente sin sentido. Estos estafadores no sólo ofrecen cosas sin valor sino que quitan lo más valioso, como la dignidad, la libertad y la capacidad de amar. Es el engaño de la vanidad, que nos lleva a pavonearnoshaciéndonos caer en el ridículo; y el ridículo no tiene vuelta atrás. No es una sorpresa: desde siempre el demonio, que es «mentiroso y padre de la mentira» (Jn 8,44), presenta el mal como bien y lo falso como verdadero, para confundir el corazón del hombre. Cada uno de nosotros, por tanto, está llamado a discernir y a examinar en su corazón si se siente amenazado por las mentiras de estos falsos profetas. Tenemos que aprender a no quedarnos en un nivel inmediato, superficial, sino a reconocer qué cosas son las que dejan en nuestro interior una huella buena y más duradera, porque vienen de Dios y ciertamente sirven para nuestro bien.
Un corazón frío
            Dante Alighieri, en su descripción del infierno, se imagina al diablo sentado en un trono de hielo;[2] su morada es el hielo del amor extinguido. Preguntémonos entonces: ¿cómo se enfría en nosotros la caridad? ¿Cuáles son las señales que nos indican que el amor corre el riesgo de apagarse en nosotros?
            Lo que apaga la caridad es ante todo la avidez por el dinero, «raíz de todos los males» (1 Tm 6,10); a esta le sigue el rechazo de Dios y, por tanto, el no querer buscar consuelo en él, prefiriendo quedarnos con nuestra desolación antes que sentirnos confortados por su Palabra y sus Sacramentos.[3] Todo esto se transforma en violencia que se dirige contra aquellos que consideramos una amenaza para nuestras «certezas»: el niño por nacer, el anciano enfermo, el huésped de paso, el extranjero, así como el prójimo que no corresponde a nuestras expectativas.
            También la creación es un testigo silencioso de este enfriamiento de la caridad: la tierra está envenenada a causa de los desechos arrojados por negligencia e interés; los mares, también contaminados, tienen que recubrir por desgracia los restos de tantos náufragos de las migraciones forzadas; los cielos —que en el designio de Dios cantan su gloria— se ven surcados por máquinas que hacen llover instrumentos de muerte.
            El amor se enfría también en nuestras comunidades: en la Exhortación apostólica Evangelii gaudium traté de describir las señales más evidentes de esta falta de amor. estas son: la acedia egoísta, el pesimismo estéril, la tentación de aislarse y de entablar continuas guerras fratricidas, la mentalidad mundana que induce a ocuparse sólo de lo aparente, disminuyendo de este modo el entusiasmo misionero.[4]
 
 
Escudo de la Hermandad de la Pasión del Señor de Pamplona, del que la antigua y extinta Hermandad de la Pasión y el Santo Entierro logroñesa lo tomó para realizar el propio.
 
¿Qué podemos hacer?
            Si vemos dentro de nosotros y a nuestro alrededor los signos que antes he descrito, la Iglesia, nuestra madre y maestra, además de la medicina a veces amarga de la verdad, nos ofrece en este tiempo de Cuaresma el dulce remedio de la oración, la limosna y el ayuno.
            El hecho de dedicar más tiempo a la oración hace que nuestro corazón descubra las mentiras secretas con las cuales nos engañamos a nosotros mismos,[5] para buscar finalmente el consuelo en Dios. Él es nuestro Padre y desea para nosotros la vida.
            El ejercicio de la limosna nos libera de la avidez y nos ayuda a descubrir que el otro es mi hermano: nunca lo que tengo es sólo mío. Cuánto desearía que la limosna se convirtiera para todos en un auténtico estilo de vida. Al igual que, como cristianos, me gustaría que siguiésemos el ejemplo de los Apóstoles y viésemos en la posibilidad de compartir nuestros bienes con los demás un testimonio concreto de la comunión que vivimos en la Iglesia. A este propósito hago mía la exhortación de san Pablo, cuando invitaba a los corintios a participar en la colecta para la comunidad de Jerusalén: «Os conviene» (2 Co 8,10). Esto vale especialmente en Cuaresma, un tiempo en el que muchos organismos realizan colectas en favor de iglesias y poblaciones que pasan por dificultades. Y cuánto querría que también en nuestras relaciones cotidianas, ante cada hermano que nos pide ayuda, pensáramos que se trata de una llamada de la divina Providencia: cada limosna es una ocasión para participar en la Providencia de Dios hacia sus hijos; y si él hoy se sirve de mí para ayudar a un hermano, ¿no va a proveer también mañana a mis necesidades, él, que no se deja ganar por nadie en generosidad?[6]
            El ayuno, por último, debilita nuestra violencia, nos desarma, y constituye una importante ocasión para crecer. Por una parte, nos permite experimentar lo que sienten aquellos que carecen de lo indispensable y conocen el aguijón del hambre; por otra, expresa la condición de nuestro espíritu, hambriento de bondad y sediento de la vida de Dios. El ayuno nos despierta, nos hace estar más atentos a Dios y al prójimo, inflama nuestra voluntad de obedecer a Dios, que es el único que sacia nuestra hambre.
            Querría que mi voz traspasara las fronteras de la Iglesia Católica, para que llegara a todos ustedes, hombres y mujeres de buena voluntad, dispuestos a escuchar a Dios. Si se sienten afligidos como nosotros, porque en el mundo se extiende la iniquidad, si les preocupa la frialdad que paraliza el corazón y las obras, si ven que se debilita el sentido de una misma humanidad, únanse a nosotros para invocar juntos a Dios, para ayunar juntos y entregar juntos lo que podamos como ayuda para nuestros hermanos.
 
 
Cristo en Getsemaní, de la mano de Caravaggio. 
 
El fuego de la Pascua
            Invito especialmente a los miembros de la Iglesia a emprender con celo el camino de la Cuaresma, sostenidos por la limosna, el ayuno y la oración. Si en muchos corazones a veces da la impresión de que la caridad se ha apagado, en el corazón de Dios no se apaga. Él siempre nos da una nueva oportunidad para que podamos empezar a amar de nuevo.
            Una ocasión propicia será la iniciativa «24 horas para el Señor», que este año nos invita nuevamente a celebrar el Sacramento de la Reconciliación en un contexto de adoración eucarística. En el 2018 tendrá lugar el viernes 9 y el sábado 10 de marzo, inspirándose en las palabras del Salmo 130,4: «De ti procede el perdón». En cada diócesis, al menos una iglesia permanecerá abierta durante 24 horas seguidas, para permitir la oración de adoración y la confesión sacramental.
            En la noche de Pascua reviviremos el sugestivo rito de encender el cirio pascual: la luz que proviene del «fuego nuevo» poco a poco disipará la oscuridad e iluminará la asamblea litúrgica. «Que la luz de Cristo, resucitado y glorioso, disipe las tinieblas de nuestro corazón y de nuestro espíritu»,[7] para que todos podamos vivir la misma experiencia de los discípulos de Emaús: después de escuchar la Palabra del Señor y de alimentarnos con el Pan eucarístico nuestro corazón volverá a arder de fe, esperanza y caridad.
            Los bendigo de todo corazón y rezo por ustedes. No se olviden de rezar por mí.
Vaticano, 1 de noviembre de 2017
Solemnidad de Todos los Santos
FRANCISCO
 

Calendario de Cuaresma 2018 del blogg "Odres Nuevos"
de Fernando Mosteiro. Una buena iniciativa para vivir una mejor Cuaresma.
 

 
[1] Misal Romano, I Dom. de Cuaresma, Oración Colecta.      
[2] “Salía el soberano del reino del dolor fuera de la helada superficie, desde la mitad del pecho” (Infierno, XXXIV, 28-29)
[3] «Es curioso, pero muchas veces tenemos miedo a la consolación, de ser consolados. Es más, nos sentimos más seguros en la tristeza y en la desolación. ¿Sabéis por qué? Porque en la tristeza nos sentimos casi protagonistas. En cambio en la consolación es el Espíritu Santo el protagonista» (Ángelus, 7 diciembre 2014).
[4] Núms. 76-109.               
[5] Cf. Benedicto XVI, Enc. Spe salvi, 33.    
[6] Cf. Pío XII, Enc. Fidei donum, III.           
[7] Misal Romano, Vigilia Pascual, Lucernario.