El pasado domingo día 20 de noviembre nuestro Obispo
diocesano Don Carlos, en solemne ceremonia en la Concatedral de Santa María de
la Redonda, cerraba la puerta santa y clausuraba el Año de la Misericordia en
nuestra diócesis; por la mañana había sido su Santidad el Papa Francisco quien
en Roma había hecho lo mismo, al igual que sus respectivos pastores en todas
las diócesis del mundo. Según el diccionario de la Real Academia de la Lengua
Española, misericordia es “la virtud que inclina el ánimo a compadecerse de los
sufrimientos y miserias ajenos”.
En nuestra diócesis estos once meses, desde la inauguración,
han pasado, al igual que pasó el Año de la Fe, prácticamente, desapercibido,
sobre todo, para el mundo cofrade. Esa virtud de la que habla el diccionario ni
la hemos sentido como agrupaciones eclesiales de laicos. Tan solo lo hemos
notado en la proliferación de los carteles del evento, o en los murales que,
con más o menos gusto del párroco de turno y plasmando las obras de
misericordia, han invadido nuestras iglesias. Del resto, poco o nada se puede
añadir.
Pareciera intuirse que aquellos que debieran estar interesados
en su desarrollo y celebración por todo lo alto, hayan sido los que, como en celebraciones
pasadas, no se han interesado lo suficiente, como si las palabras de Francisco
no fueran importantes.
Magna de Pamplona. Noviembre 2016
Decía el Papa que “la peregrinación es un signo peculiar
del Año Santo, porque es imagen del camino que cada persona realiza en su
existencia”. Continúa el Santo Padre recordándonos que el hombre es “un
peregrino que recorre su camino hasta la meta anhelada”. Nuestros cofrades,
como peregrinos, habrán podido peregrinar a Torreperogil, Huelva, Jerez de la
Frontera, Cáceres o Pamplona para celebrar en la calle el Año de la
Misericordia; por no nombrar a las riadas de cofrades que, desde todas partes
de España, “peregrinaron” a Sevilla el primer fin de semana de noviembre para
asistir a la salida extraordinaria del Jesús del Gran Poder, el “Señor de
Sevilla”, con el mismo motivo.
Nuevamente y por arte de birbirloque nos hemos quedado, los
cofrades logroñeses, sin ningún tipo de programación especial por el Año de la
Misericordia. Y no se trata solo de “procesión, procesión, procesión”, que,
además y según el Papa, en este caso, si tiene sentido dentro de esta
celebración.
Los cofrades, por si alguien lo ha olvidado o es desconocedor
de ello, cuando procesionamos “caminamos
hacia un destino. Venimos del Amor de Dios y vamos hacia el amor de Dios.
Expresamos nuestra condición de caminantes, representamos a la Iglesia peregrina”.[1]
Sigue diciendo el autor que “procesionamos
con otros hermanos en el camino de la vida… nosotros somos ayuda para los demás… Es una procesión realizada
mediante un orden establecido, donde cada uno tiene su puesto y su función,
donde todos hacen falta”[2] .
Quizá es necesario pensar más en las cofradías y los cofrades. Nuestras Juntas
de Gobierno, incluyendo a los priores, la Junta de Cofradías, y quizá hasta el
mismo Secretariado Diocesano parecieran haberse olvidado; y precisamente este
olvido es en el que vivimos los cofrades logroñeses, excepto, claro está, en
Cuaresma y Semana Santa. Y no, no vale decir que “somos de interés turístico nacional”. En este caso no tapa sus carencias.
Por otro lado, en el reciente Encuentro Nacional de Jóvenes
Cofrades de Palencia, al que no
asistió ni un solo cofrade joven logroñés, se indicó por parte de un
joven sacerdote sevillano, que las cofradías eran el principal medio, en la
sociedad española, a través de las cuales, los jóvenes se acercan a la iglesia
y a la fe. Vamos, no hay que estar especialmente dotado intelectualmente para,
observando la situación de la iglesia riojana con los jóvenes y la situación de
las cofradías respecto a los jóvenes, llegar a la conclusión de que es
necesaria una pastoral propia y fuerte para las cofradías que incluya, además,
a los jóvenes cofrades como destinatarios. Mientras, como indican nuestros
hermanos leoneses inmersos en la misma situación que nosotros, meditaremos
sobre la palabra “MISERICORDIA”, esperando que nuestros dirigentes no lleven a
nuestras cofradías y procesiones a ser la cuarta acepción de la citada palabra
en el diccionario dela RAE: “puñal con
que los caballeros medievales daban el golpe de gracia al enemigo caído”.
[1]
VV.AA. “Paso a paso. Itinerario de fe para Hermandades y Cofradías”, PPC,
Madrid 2004, pág. 39.
[2] Op.
Cit., pág. 38
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