miércoles, 21 de marzo de 2018

EL HÁBITO PENITENCIAL

 
 
 
Llevamos unos años observando en la ciudad de Logroño, cómo costumbres semanasanteras de otras ciudades, especialmente sevillanas, van, poco a poco, arraigando en parte del mundo cofrade. Por poner un par de ejemplos, ya podemos presumir de ver dos pasos a costal por nuestras calles; el Lunes Santo, es el Cautivo y la cofradía de la Flagelación de Jesús que ha optado por este modo de procesionar con su paso titular desde el pasado año. [1]
Como consecuencia de estos cambios en la ocupación del espacio procesional, el acompañamiento musical de los pasos debe ser, también, modificado. La cofradía de la Entrada de Jesús en Jerusalén contrata cada año  a una banda musical pro-sevillana, y la propia sección instrumental de la Flagelación ha incorporado marchas sevillanas a su repertorio  con la diferencia de que si en las tierras andaluzas el viento es más importante, aquí el tambor lo sobrepasa, dando lugar a adaptaciones muy particulares y peculiares de las marchas originales. La colocación de las bandas en las procesiones, también se modifica, pasando éstas a ir detrás de los pasos, exactamente igual que las imitadas de la geografía andaluza.
 
Disposición del acompañamiento musical
del paso de la Flagelación
Otro aspecto a destacar ha sido observar a la Junta de Gobierno de la Hermandad de Cofradías de la Pasión de la Ciudad de Logroño prescindir del antiguo hábito penitencial para sustituirlo por el traje oscuro, medalla y cetro como signos distintivos de sus componentes en todas sus apariciones públicas. Y eso que en los estatutos aparece el hábito, tal y como dice el artículo 7, salvo error o modificación estatutaria que se haya podido realizar:
 
                7.1 El hábito constará de túnica de color blanco, capuz morado con capirote con peto y espalda, cíngulo de esparto, guantes blancos, emblema en el peto, calcetines y calzado oscuro.
                7.2 Al disponer cada cofradía de su hábito característico, el uso del hábito de la Hermandad será obligatorio tan solo para el Hermano Mayor y demás personas que lo representen en las procesiones, o en  cualquier otro acto al que se deba acudir vistiendo el hábito.
 
 
Antiguo hábito de la Hermandad de la Pasión
y el Santo Entierro de Logroño. Domingo de Ramos 1948.
 

 
No se entiende la negación constante al uso del hábito distintivo de la Hermandad cuando se debe acudir a un desfile procesional en Semana Santa, pues de todos es sabido que la Junta de la Hermandad siempre acude con un representante a todos los fastos pasionales semanasanteros.
 
Jueves Santo. Salida de la procesión Jesús camino
del Calvario. Se observa al representante de la
Hermandad de Cofradías sin hábito, con traje, medalla y cetro.
 
Junto a medallas, estandarte, velas o música, los hábitos son los símbolos propios de los cofrades. Este es, a la vez, símbolo unificador y diferenciador. Nos diferencia en tanto en cuanto los colores cambian según la cofradía a la que se pertenece, entendiendo que lo  colores tienen significados diversos. No es lo mismo el morado, habitual en las cofradías nazarenas, que el negro, más normal en  agrupaciones bajo la advocación de Dolorosas o Vírgenes de la Soledad. Es unificador, en tanto en cuanto, el hábito manifiesta la misma dignidad en todos y cada uno de los hermanos que lo portan. Los hábitos, a diferencia del traje, son un símbolo, que comunica a las personas que lo ven, contrariamente al traje. Los símbolos comunican, si  no fuera así, no es solo inútil, sino también contraproducente. [2]
 

El desarrollo y uso del hábito existe desde los inicios de las manifestaciones públicas semanasanteras. Se sabe que ya en la Baja Edad Media y antes de la aparición de las asociaciones cofrades, se celebraban actos públicos de disciplina. Los disciplinantes se revestían con una túnica blanca corta, de lienzo crudo, con una apertura en la espalda o pecho para abrirla en el momento en que se desarrollaba la disciplina. En la cintura una soga de esparto que se pasaba por el cuello y finalizaba anudándose en el pecho. Salían descalzos y con la cabeza cubierta con un capillo ajustado. El modelo lo tenemos presente a día de hoy en los picaos de San Vicente de la Sonsierra, con alguna pequeña variación.
Disciplinante de San Vicente de la Sonsierra
 

Este capillo también lo portaban en algunos lugares, las personas encargadas de conducir los féretros en las exequias de la época; posteriormente y en muchos lugares serán los hermanos cofrades de cofradías de la Vera Cruz los encargados de esta acción. Un ejemplo, a día de hoy, lo tenemos en la vecina localidad de Tricio, donde custodian el féretro en la Iglesia durante el funeral, portándolo hasta el cementerio. También alguno moribundos solicitaban ser vestidos así con el objeto de morir como penitentes.
Sabemos que en 1356, los hermanos de  la Primitiva Hermandad de los Nazarenos de Sevilla, en su primera salida penitencial, portaban “túnicas de angeo de color morado, sin brillo, tosca soga de esparto ceñida a la cintura y el rostro cubierto por una cabellera de cáñamo que sujetaba a las sienes una corona de espinas. Todos cargaban con una pesada cruz y llevaban los pies descalzos. Este singular atuendo, imitación al de Jesús, dio origen al nombre de nazarenos con el que designan en Sevilla a los penitentes de la Semana Santa.” [3]
El surgimiento de las cofradías por toda España dio lugar a que se copiara el modelo, cuestión que se ha mantenido hasta nuestros días. El primer hábito de la Hermandad de la Pasión y el Santo Entierro logroñesa en el año 1940 es copiado al de la Hermandad de los Gitanos de Sevilla. [4] La evolución de la túnica de penitencia va caminando co pequeñas modificaciones con el paso de los siglos, acercándose más a la forma de las sotanas que usaban los sacerdotes. Al final se acaba adoptando la sotana como hábito, con unas aberturas laterales para poder sacar las manos.
Hábito de la Insigne Cofradía Penitencial de Nuestro
Padre Jesús Nazareno de Valladolid.

La cabeza se cubría con una tela que descansaba en el capirote. Este, tiene su origen en el que llevaban los condenados por los tribunales de la Inquisición y que eran obligados a portar, junto al sambenito con el que se vestían, a lo largo del recorrido que realizaban por las calles de las ciudades. Símbolo de castigo, de pública humillación y de penitencia en muchos casos. Como este último caso, lo portan los hermanos de las diferentes cofradías penitenciales que se forman por España. Los colores que más se usaron fueron tres; el morado, el blanco y el negro, siendo este el más comúnmente usado.
El hábito, con pequeñas modificaciones, se mantiene hasta prácticamente nuestros días. A día de hoy es lícito decir que es la prenda, en origen y significado, estrictamente penitencial. “La túnica nos hace sentirnos como Cristo en el trance de su Pasión y Muerte; el capirote nos recuerda que ninguno estamos libres de pecado, y el rostro cubierto nos hace anónimos  e iguales a los ojos de los demás, pues todos somos hijos de Dios” [5]
Hábito de la cofradía de Jesús Nazareno
de Logroño desde 1969 a 1981. Curiosa combinación
y simbología de los colores. En el pecho el  antiguo escudo de la
Hermandad de la Pasión y el Santo Entierro.
 
Por eso es importante recordar que cuando nos vestimos con el hábito de nuestras cofradías, “nos disponemos a tratar de imitar a Cristo dando un testimonio público de Fe, devoción y penitencia. Debemos pues tener el máximo respeto por nuestro hábito, cuidarlo y sobre todo vestirlo con orgullo y humildad en nuestras salidas procesionales, pues es la túnica que nos acerca a Jesús, el Nazareno”.[6]
Con el hábito nos revestimos del mismo Jesús, aspiramos a ser “Cristos vivientes”. En la celebración de admisión de nuevos cofrades de la cofradía de Jesús Nazareno y Nuestra Señora de los Dolores de Logroño, dice el celebrante:"recibid esta medalla y este hábito... y comportaros de tal manera que... os esforcéis cada día más en vestiros de Cristo". Por eso mismo, por el carácter evidentemente penitencial de las actividades pasionales de la Semana Santa, es necesario recuperar el hábito, sobre todo donde se ha perdido y ha dado paso al traje, elemento no penitencial que, en lugar de igualar a todos los hermanos, los separa y diferencia, haciendo que nuestros desfiles procesionales pierdan parte de su propio significado. Deberemos recuperarlo para todos los participantes, ocupando cada uno su sitio, pues en la procesión, que no estación de penitencia, “procesionamos con otros hermanos… somos ayuda para los demás… Es una procesión realizada mediante un orden, donde cada uno tiene su puesto y su función, donde todos hacen falta”[7]
Logroño, Cuaresma 2018.


[1] En el anuario del Gran Poder sevillano del año 2009, incluye la molía y el costal como dos variantes del mismo modo de portar los pasos. Las denomina a las dos como “costal”.
[2] Amézcua, Manuel: “Paso a paso. Itinerario de fe para Hermandades y Cofradías”, PPC, Madrid, 2004, págs.. 42-49.
[4] Ugarte Pereira, José Manuel: “De la Hermandad a la Junta de Cofradías de Logroño. Historia de un fracaso” en Actas Congreso Religiosidad Popular: cofradías de penitencia”, San Lorenzo del Escorial, 2017, pág. 783.
[5] Muñoz González, Alberto: “El hábito penitencial. Revestidos de Cristo” en Boletín Informativo nº 35. Cofradía Penitencial de Nuestro Padre Jesús Nazareno”, Valladolid, 2018, págs. 23-27.
[6] Muñoz González, Alberto: Op. Cit. pág. 27
[7] Amézcua, Manuel, Op. Cit., pág. 38
 
 


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