Ayer, día tres de abril, último domingo de esta Cuaresma
2022, era un día tan bueno y tan distinto como otro día cualquiera, para que la
entrada de este pequeño blog, versara sobre cualquier tema relacionado con la
ya cercana Semana Santa 2022; celebración que los cofrades esperamos con
muchísima ilusión, tras dos años, dos años, que se dice pronto, de no
celebración el 2020 y una celebración el pasado 2021 que fue, para nosotros,
una especie de quiero y no puedo.
Y como tal, estaba preparada una entrada acerca del No Pregón Nazareno 2022 logroñés; también pudiera ser un resumen de la Cuaresma que hemos vivido por la capital riojana, con sus blancos, sus negros y, lo más normal en el mundo cofrade, sus tonos grises. O, lo mejor, una crítica acerca de la exposición que nuestra Junta de Cofradías ha montado en la tercera planta de la Plaza de Abastos, hablando de la idoneidad del lugar, la calidad de las fotos o, cualquier otro aspecto de la misma.
Pero, el sábado día 2, a la misma hora que en la sede
canónica nazarena se representaba el Auto de la Cruz, el que escribe estas líneas,
asistía a la proyección de la película Llegaron de noche. Imanol
Uribe, director, casualmente, nacido en El Salvador, lleva a la pantalla el crimen que, un
dieciséis de noviembre del año 1989 y dentro de las instalaciones de la UCA
(Universidad Centroamericana José Simeón Cañas), acababa con la vida de seis
jesuitas, profesores de la misma y de una empleada y su hija. Son los españoles
Ignacio Ellacuría (el padre Ellacu), Ignacio Martín Baró (el padre Nachete), Segundo Montes Mazo, Armando López Quintana,
Juan Ramón Moreno Pardo y los salvadoreños Joaquín López López y Julia Elba
Ramos y su hija Celina Mariceth Ramos. Y, viendo la película, a algunos que
estudiamos en los jesuitas en aquellos finales de los setenta y principios de los ochenta del pasado siglo,
le vinieron a la memoria aquellos años. Buenos y malos profesores, Corral, el
Pariolo, Muguruza, el Búho, Rivera, el Funky, el P. Moreno, el Tablón, el
Flory, regresaron a la memoria como si fuera hoy mismo cuando se iban de las
clases. Algunos de ellos compañeros de correrías de los asesinados en la UCA.
La película cuenta el testimonio de la única testigo de aquello, la empleada de la UCA Lucía Barrera de la Cerna y su esposo Jorge; como bien se dice en muchos artículos de prensa, “la testigo a la que nadie quiso escuchar”. Acerca del asesinato no hay mucho que decir. En plena guerra civil salvadoreña entre el ejército y el Frente Faranbundo Martín de Liberación Nacional, todo parece indicar que, en plena noche, un comando del ejército salvadoreño, sacó de sus habitaciones a los seis jesuitas matándolos en el jardín y, con el fin de no dejar testigos, asesinaron en su cuarto a Julia Elba y su hija Celina. Lo demás, los intentos, en Miami, por parte de funcionarios del FBI y de funcionarios salvadoreños, para que tanto Lucía como Jorge, se desdijeran de su declaración inicial acusando al ejército.
La principal razón para ver la película, no es más que una,
ya señalada en varios medios. Y aparece, ni más ni menos, que en el Evangelio
de Juan. “Si os mantenéis en mi Palabra, seréis completamente mis discípulos, y
conoceréis la Verdad, y la Verdad os hará libres” (Jn 8, 31-32)
Desear, que en este final de Cuaresma y en la Semana Santa, la Verdad, nos haga
libres.
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