lunes, 14 de septiembre de 2020

FESTIVIDAD DE LA SANTA CRUZ


Paso de Jesús Nazareno
Alejandro Narvaiza Rubio, Logroño. 


Hoy es la festividad de la Santa Cruz en todo el orbe cristiano. Celebramos y volvemos nuestra mirada a la Cruz, instrumento romano de tortura donde murió Cristo. Para celebrarlo, recojo el texto escrito en pastoralsj.org  por Álvaro Zapata, sj, en mayo de 2018 a consecuencia de la decisión del gobierno de Baviera de obligar a poner una cruz delante de todos los edificios públicos de la citada región alemana.

Lo acompaño de una imagen aparecida en la prensa logroñesa en la Cuaresma de 1969, donde se ve al paso del Nazareno  en el taller de su autor, en la antigua alhóndiga municipal logroñesa, sita en la actual calle Belchite. Que mejor imagen para venerar la Cruz que a Jesús portando en su hombro la CRUZ, con mayúsculas.

LA CRUZ NO ES UN ADORNO.

Si el titular es «los obispos alemanes contra la Cruz en los espacios públicos» (como se ha podido leer hace días en algunos diarios), lo normal es que te escandalice. O por lo menos te escame. ¿Cómo puede estar un obispo contra la exposición en los lugares públicos de la cruz? ¿No se supone que tenemos que defender nuestro espacio público, que cada vez parece más reducido?

Todo parte de la decisión del presidente de Baviera de que la Cruz figure en la entrada de todos los espacios públicos de ese territorio alemán. Pero te invito a que vayas más allá del titular. A que, si el tema te preocupa, te lo tomes en serio y busques cuál es la raíz del problema y por qué los obispos alemanes están reticentes.

La decisión del presidente de Baviera se motiva en que «la cruz no es un símbolo religioso, sino el símbolo fundamental de la identidad cultural del carácter cristiano-occidental», según sus propias palabras. Y aquí está el problema para el episcopado alemán. Para ellos la Cruz no sólo nos recuerda nuestra identidad cultural occidental, sino que es un recordatorio esencial de quiénes somos, porque mirando a la Cruz, sabemos quiénes somos. Lo que temen los obispos alemanes, en definitiva, es la apropiación de algo tan sumamente importante para nosotros y su resignificación como símbolo cultural. En palabras de Benedicto XVI, «tomar la cruz significa comprometerse para vencer el pecado que obstaculiza el camino hacia Dios, aceptar diariamente la voluntad del Señor, aumentar la fe sobre todo ante los problemas, las dificultades y el sufrimiento». Ese compromiso es algo serio para nosotros. Mucho. De hecho, sustentamos nuestra vida y nuestros deseos sobre él. La Cruz no es un signo de que pertenecemos a una civilización, si no signo del compromiso por el que hemos optado.

Lo que nos advierten desde el episcopado alemán es que el presidente de Baviera no está asumiendo ese compromiso, porque está buscando la reafirmación identitaria y cultural. Nos recuerdan que la Cruz es algo más serio que un adorno o una seña de identidad para los que somos cristianos. Es el símbolo de la entrega total, generosa y desinteresada al mundo. No es malo que nos lo recuerden alguna vez. Piénsalo así cuando te la colocas al cuello por las mañanas, cuando la ves en algún sitio público, cuando la tienes ante ti. Piensa cuánto de adorno es para ti y cuánto de símbolo de tus opciones profundas para esta vida.

Álvaro Zapata, sj


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