miércoles, 16 de junio de 2021

EL ESPAÑOL QUE SUBIÓ A UNA CUMBRE Y SALIÓ TRASQUILADO.

 


Estaba esta tarde pensando en la publicación pendiente desde el pasado domingo ya que, por causas ajenas al que escribe, no se puedo hacer el trabajo la pasada semana y en eso que lo vas dejando pensando que ya llegará la inspiración. Y uno se acuerda de Picasso que dijo aquello de que “cuando me llegue la inspiración, que me pille trabajando”.

Y, casualidades de la vida, al abrir las redes, me ha llegado un aviso de pastoral.sj donde José María Rodríguez Olaizola, a cuenta del encuentro-no encuentro o como se quiera llamar entre Biden-Sánchez hace una lúcida reflexión sobre él mismo.

Y claro, observando desde la perplejidad y la incredulidad lo que este pasado fin de semana ha acontecido en la capital cacereña donde se ha inaugurado la exposición del rostro de Cristo en el arte sufragada en parte por todos los habitantes de Logroño y en otra parte por los cofrades; unido ello al libro que nuevamente he acabado de leer y recomiendo su lectura a todo el mundo, La imbecilidad es cosa seria del filósofo italiano Maurizio Ferraris. Todo ello me ha llevado a plantearme si no debiéramos leer el artículo que abajo se reproduce, desde el punto de vista cofrade. Sin más. Animo a leerlo, reflexionar profundamente sobre todos los peliagudos temas que plantea y, después, aplicar la situación cofrade que se vive en Logroño. Cambiemos a Biden y Sánchez por .......

 EL ESPAÑOL QUE SUBIÓ A UNA CUMBRE

Y SALIÓ TRASQUILADO. 

Estamos muy tontos. Todos. Nos dedicamos a discutir si fue un encuentro bilateral o un tropezón en el pasillo. Si fueron 50 segundos, o 18. Si Biden puso cara de poker o de mus. Si da tiempo a hablar de tantos temas mientras se atraviesan tan pocas baldosas. Nos dejamos entrampar en la política propaganda, y como siempre, jugamos a estar a favor o en contra en función de nuestra simpatía o antipatía por mister presidente, que una vez más nos lleva a su molino. Porque el problema siguen siendo los temas de los que no se habla. O en los que hemos dejado de pintar ni un solo trazo. Por poner solo uno, el tema de Marruecos, el Sahara, y las migraciones... De eso habría que hablar con las autoridades norteamericanas. Pero, ciertamente, no mientras se roban fotos para el Instagram oficial. Es tan agotador este circo en el que estamos metidos...


Antes, una cumbre era un espacio para dialogar y pactar, para plantear temas con agenda y objetivos concretos. Cabía la posibilidad de fracasar, pero al menos se había intentado. Ahora parece que cambiamos las cimas por pozos de morralla. Quizás siga habiendo ese tipo de cumbres, pero nosotros no las subimos. De hecho, no pasamos de porteadores de campamento base.

Y mientras, una vez más, los temas más urgentes sin afrontar. Ni los externos, en cumbres, ni los internos, en nuestras calles. Las víctimas de nuestro mundo, sin voz. Las grandes cuestiones de la agenda, discutidas en foros en los que ya no pintamos nada. Los impuestos, esos sí que van escalando picos cada vez más altos. De la luz, no hablamos. Los jóvenes, sin trabajo. La corrupción, endémica. Los cargos a dedo, multiplicados. La clase media, cada vez más esquilmada. Las fronteras, cerradas. El populismo, utilizado para conseguir polarizarnos.

Quizás sea hora de descubrir nuestra pobreza. En el juego de tronos actual, somos tan solo figurantes. No pintamos nada. Y es un aprendizaje interesante. No viene mal un poco de humildad. Pero que no nos quieran hacer creer que somos los reyes del mambo, cuando somos tan solo bufones desterrados del paraíso. Ya podemos quitarnos el traje de imitación de alta costura que compramos en black friday, y ponernos el mono de faena, para sudarlo mientras nos esforzamos un poco más. 

José María Rodríguez Olaizola, sj

 

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