viernes, 9 de agosto de 2019

2019. AÑO NAZARENO. Dolorosa en la Concatedral. Viernes de Dolor.

Los años finales de la década de los 80 y principios de los 90 de la pasada centuria trajeron un hecho curioso a los desfiles pasionales logroñeses. En una decisión sorprendente, el entonces párroco y prior de las dos cofradías de la sede de Santiago, el Real, cofradía de Jesús Nazareno y cofradía de Nuestra Señora de los Dolores, tomó la decisión de encargar que el paso de los Dolores de María fuera procesionado por los componentes de la cofradía de Nuestra Señora de la Virgen de la Soledad, con sede canónica en la concatedral de Santa María de la Redonda.
Decisión sorprendente, ya que, desde principios de la década de los 80 y hasta práctiamente el  final de dicha década, hubo conversaciones entre las dos cofradías con el objetivo de fusionarse en una sola; dichas negociaciones no llegaron a buen fin debido a las desorbitadas exigencias, sobre todo en el tema económico, que quisieron imponer las componentes de la cofradía de los Dolores. Solicitaban, por ejemplo, que la cofradía nazarena asumiese los gastos de un nuevo manto de terciopelo negro bordado en oro para la imagen titular. Las arcas nazarenas no estaban precisamente boyantes y, tras muchas reuniones y dimes y diretes, se quedó el asunto como estaba.
Es entonces cuando el párroco acude a buscar portadores de otra cofradía; como consecuencia se produjo un enorme revuelo en las filas nazarenas. Se llegó incluso a proponer por parte de algunos cofrades, que la banda de tambores nazarena, dejase de acompañar a la Virgen Dolorosa en ese desfile.
No será hasta el año 2004 cuando, con la reforma estatutaria obligatoria por indicación de la diócesis, la cofradía dolorosa de Santiago el Real, se integre definitivamente, en las filas nazarenas. Tras las modificaciones estatutarias, la cofradía cambió el nombre, pasando a denominarse Cofradía de Jesús Nazareno y Nuestras Señora de los Dolores.

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