Como
ya se ha comentado anteriormente, el año 1905 se adquirió el paso del Nazareno
Viejo, más conocido como “la Caída”. Se realizó un acta de dominio sobre el
mismo y, además, se confeccionó una lista de los dieciséis hermanos que entonces
formaban la cofradía. De ese modo, firmada por la cofradía, testigos y el cura
ecónomo de la parroquia de Santiago, el Real, quedaba clara la propiedad de la
figura.
En aquel lejano 1905
la cofradía era la única existente en la ciudad. Los demás pasos los portaban
voluntarios que, por la piadosa acción y también por obedecer órdenes, eran
recompensados por las autoridades locales. El periódico local, en su crónica de
la procesión del año 1889, señala que “el señor Alcalde agradeció y obsequió a
los penitentes”. En la crónica del desfile pasional del año 1894 de fecha 24 de
marzo, se indica que “al terminar fueron obsequiados por el Ayuntamiento las
personas que habían llevado los pasos con vino generoso, bizcocho y cigarros”.
La
cofradía, al poseer una figura propia y ejercer su posesión, pasaba a no
depender de nadie más que de ella para poder procesionar. El hecho de, además,
tener un número fijo de hermanos y no permitir la entrada a todo el que
quisiera, siendo la propia cofradía la que elegía mediante un sistema electivo
de bolas negras a los entrantes en sustitución de los que causaban baja, se
puede entender como un mecanismo defensivo de la pía asociación con el fin de
preservarla y garantizar su futuro. De este modo la cofradía se autoafirmaba
como asociación e incluso reafirmaba su independencia de otros órganos de poder
para poder procesionar. No olvidemos que el desfile pasional del Santo Entierro
era organizado por la entonces colegiata de la Redonda.
Será
gracias a estas iniciativas, cuando la cofradía sienta las bases para
perpetuarse en el tiempo y hacer posible que hoy sea la única asociación
pasional centenaria de la capital de la Comunidad Autónoma de La Rioja.
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