Acaba
el 2019 y, por extensión, finaliza el año Nazareno; acaba la conmemoración de
los cincuenta años de la obra de Narvaiza; acaba la no celebración de los
ciento treinta años de existencia de la cofradía de Jesús Nazareno y Nuestra
Señora de los Dolores de la capital riojana. La cofradía sigue existiendo en Logroño;
sigue apostando por procesionar anualmente, contra viento, marea y demás elementos,
unos externos a ella y otros internos, sus pasos en la calle para dar más
esplendor a unos fastos que llevan desarrollándose desde hace más de quinientos
años en la capital riojana. Durante setenta entregas se ha intentado aportar curiosidades,
anécdotas o datos para el conocimiento de la nazarena cofradía logroñesa y, por
extensión, a la Semana Santa de Logroño.
Y
es digno de celebrar que cada año nuestras figuras salgan a la calle; al final,
es poner a Cristo portando la cruz en la calle, siendo sus pies los hombros de
los nazarenos logroñeses. Como se ha comentado, es un pasaje con poca aparición
evangélica, pero sí de mucha tradición en todas partes del mundo cofrade; es una
de las advocaciones más queridas por las personas que, año tras año, se acercan
a ver y contemplar los pasos. En el recuerdo las palabras que me dirigió un
amigo allá a mediados de los años 80 cuando me dijo que, en Andalucía, solo
estaban abiertas al público todo el día, las iglesias con pasos de Jesús con la
cruz a cuestas. En Linares, Baeza, Úbeda, Jáen, Motril, pude comprobarlo.
Iglesia abierta, figura de Nazareno expuesta al culto público; y en muchas de
ellas, gente “visitando” a sus nazarenos y haciendo oración a su
lado.
Como
bien dice Antonio Bonet, la figura de Cristo con la cruz a cuestas “constituye,
sin duda, uno de los referentes de la Pasión humanada de Cristo, interiorizado
en la exteriorizada y pública manifestación de fe con proyección al templo y a
la calle, ad extra y ad intra, en
identidad eclesial… Jesús el Nazareno nos remite a la dimensión humana de
Cristo, de su naturaleza de hombre que nació en una pequeña localidad rural de
Galilea, conocido por su gentilicio de origen, y por tanto, con la genérica
titularidad de Nazareno y, por derivación, a sus seguidores y cofrades como
discípulos del Cofrade Mayor. Jesús, en símil biográfico al cristiano,
peregrina, evangeliza y reclama con su invitación en bondadosa y penetrante
mirada con la que suele bendecir al pueblo que le admira expectante. Con la
otra mano amarra y se aferra a la cruz redentora, signo y trono desde el que
presidirá a la Humanidad”.
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