domingo, 28 de junio de 2020

ENFOCAR LA REALIDAD.

Crucificado de Miñarro. 
Hermandad de los Estudiantes. Córdoba. 

Tras un complicado año y, como repite el dicho, y lo que te rondaré, marcado por la pandemia del virus Covid-19 y el confinamiento, nos encontramos ya inmersos dentro de un verano donde, tras la vuelta a la “nueva normalidad” y la aparición de puntuales brotes de infección muy localizados. Este pequeño blogg se despide hasta el próximo seis de septiembre, si Dios quiere.
Han sido unos meses potentes de vivencia; por primera vez en la historia nos hemos quedado confinados en nuestras casas, no hemos podido acudir a nuestras parroquias, la práctica y vivencia sacramental prácticamente ha sido inexistente. Y quizá lo más importante para un cofrade. Por primera vez no ha salido ninguna procesión a la calle durante la Semana Santa en ninguna ciudad de nuestro país. Quizá la imagen que más se recuerde sean las calles vacías y, por primera vez en muchos años, la sensación de fragilidad que nos ha invadido a todos y cada uno de nosotros ante lo que estaba pasando a nuestro alrededor y que nos mostraba nuestra pequeñez en todos los aspecto.
Para finalizar dejo un texto, como no podía ser de otra manera, de pastoralsj.org acerca de la realidad que nos rodea y cómo enfocarla desde el Evangelio. Sabias,breves y preciosas palabras de Agus Couto. Y que mejor imagen para ello que el Cristo crucificado de la Síndone salido de las portentosas manos del imaginero Juan Manuel Miñarro y que cada Martes Santo realiza estación de penitencia por las calles de Córdoba.
ENFOCAR LA REALIDAD.

Seguramente alguna vez que has querido sacar una foto con el móvil o una cámara digital te has fijado que hacen falta unos segundos para que la cámara se enfoque y la imagen pase de verse borrosa a que aparezca clara y nítida.
A veces en el día a día nos puede pasar como cuando vamos a sacar una foto que vemos la realidad que nos toca vivir desenfocada y por un momento no entendemos, no comprendemos y entramos en la lógica mundana, de la desesperación, la queja, la angustia, sintiéndonos desdichados.
Todo cambia cuando somos capaces de esperar unos segundos y enfocar la realidad basándonos en el Evangelio. En ese momento parece todo más nítido y más claro, y sin ser diferente la realidad de lo que era antes, todo cobra sentido y descubrimos en cada situación una oportunidad para en todo amar y servir, entendiendo que TODO ES GRACIA, aprendiendo a amar la realidad como es.
Cuando hacemos este enfoque con los ojos del Evangelio convertimos nuestra realidad en algo diferente.

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