Uno,
que no es muy seguidor de Serrat, de vez en cuando, se acuerda que algunas
letras de sus canciones son curiosas, te tocan la fibra y hasta te hacen
reflexionar o emocionarte, dependiendo del estado anímico del momento. Estaba
escuchando un programa de radio donde sonaba la canción “De vez en cuando la vida”
y, a la vez, entró un mensaje en el móvil de una publicación en determinada red
social. Sonó el pitido cuando se oía “de vez en cuando la vida se nos brinda en
cueros/ y nos regala un sueño tan escurridizo/ que hay que andarlo de
puntillas/por no romper el hechizo”.
Miré
el aviso y era un escrito de José María Rodríguez Olaizola, sj, titulado “Nos gusta buscar culpables”. Leerlo fue
ver reflejado, no solo a los demás, si no, sobre todo, a uno mismo. Y más todavía en este mundo
cofrade, tan poco lógico, tan irracional y, a la vez, tan apasionado y visceral. Me pareció un buen
texto para pararse a leerlo y, sobre todo a reflexionar sobre su contenido.
Igual, si nos lo tomamos en serio, nosotros y nuestro mundo, incluidas
cofradías, mejorarían; pero solo porque “de vez en cuando la vida…”
NOS GUSTA BUSCAR CULPABLES.
Tener alguien a quien señalar, contra quien dirigir nuestro
enfado, decepción o crítica parece que al menos permite pensar que las cosas
podrían ser distintas. Más aún, que deberían ser distintas, y si no lo son, es
por culpa de quienes no actúan como tendrían que hacerlo. La
asignación de culpas permite convertir la frustración en algo más
manejable, al poder descargar contra alguien nuestro malestar. Entonces
convertimos la decepción en enfado, en reproche (público o silencioso), y en
algunos casos, en conflicto.
Y demasiadas veces también, puestos a repartir culpas o asignar
responsabilidades, nos cuesta empezar por nosotros mismos. Asumir las propias
opciones también es importante. Y la auto-crítica es necesaria. Para no andar
pensando que es el universo -o los demás- quien conspira contra uno.
En todo caso, aunque es posible que en algunas ocasiones sí
podamos incidir en la responsabilidad que alguien tiene, ya seamos nosotros
mismos u otros, muchas veces no hay culpables. No hay responsables. Y no hay
mala intención detrás de esa realidad esquiva. Es, sencillamente,
que nosotros no somos el centro del mundo. Y que la realidad es más
compleja que nuestras expectativas. Es que las personas somos diferentes y
no siempre podemos amoldarnos a las expectativas ajenas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario