miércoles, 13 de febrero de 2019

2019. AÑO NAZARENO. Hábito diseñado por Alejandro Narvaiza. 13/02/1969.

 
La cofradía de Jesús Nazareno y Nuestra Señora de los Dolores, desde que se tiene información, siempre procesionó con túnica morada ceñida a la cintura por cíngulo de cuerda y capuz de verduguillo para la cabeza. Al crearse la Hermandad de la Pasión y el Santo Entierro en  1940, la cofradía se integra en ella y asume su hábito; éste, ejemplo de la uniformidad del nacionalcatolicismo vencedor de la contienda civil, se copia de la sevillana hermandad de los Gitanos. Un ejemplo de la copia es la altura del capuz, bastante más que lo que se llevaba por tierras norteñas. El hábito consta de túnica blanca, cíngulo de cáñamo, y capuz muy alto, como ya se ha reseñado, de color morado. Escudo de la asociación en el centro del peto del capuz y lado izquierdo del hábito. En el escudo del capuz el número que cada cofrade tenía en la Hermandad por riguroso orden de antigüedad. La cruz del Santo Sepulcro, escudo de la pía asociación, también fue  tomado  de otra asociación; en este caso de las Damas de la Soledad de la vecina ciudad navarra de Pamplona.
Tal día como hoy, pero del año 1969, se presenta en asamblea general el nuevo hábito de la cofradía que, como el paso y las andas, había diseñado el artista local Alejandro Narvaiza Rubio. Se mostraron a los cofrades tres telas de diferentes colores: pardo, verde oscuro y granate oscuro. Finalmente la cofradía, no sin discusión, se decantó por el color marrón- pardo, capuz de verduguillo blanco, conocido por los cofrades como “la servilleta”, guantes blancos y escudo de la Hermandad de la Pasión y el Santo Entierro en el lado izquierdo del pecho. Por cierto, color que era el deseado por el imaginero.
Con esta nueva túnica y capuz, unido a la nueva figura, que podemos considerar como el primer paso post-conciliar del norte de España, se rompe y se acaba en Logroño con la uniformidad que trajo al mundo pasional el nacionalcatolicismo de postguerra. El color marrón, unión hombre- tierra, aporta estabilidad y realismo; el color blanco en la cabeza, simboliza la perfección. Se une al color gris de las primeras varas de portar y las horquillas de los portadores; color sin fuerza pero que aporta responsabilidad, constancia y disciplina. 
Tal día como hoy, la entonces cofradía de Jesús Nazareno, igual sin saberlo, y en aquella asamblea general a la que acudieron veinte de los treinta cofrades inscritos, puso una piedra más en la modernización de la Semana Santa logroñesa.

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