El
lugar donde los pasos procesionales alcanzan su máxima expresión es en el
desfile procesional o en la estación de penitencia. Es su lugar natural. Partir
del templo, del altar, lugar de reunión de la comunidad cristiana, para,
después de procesionar por la calle, retornar otra vez al templo, al altar. Del
santuario al santuario tras recorrer un camino en común.
En
la procesión, como en la vida, procesionamos y vivimos con otras personas.
Somos, en los dos caminos, ayuda para otros. Además, lo hacemos en un orden, de
tal modo que todos y cada uno de los cofrades somos necesarios e
imprescindibles para el perfecto desarrollo del acto procesional.
Por
otro lado, procesionamos ante una sociedad que nos ve. Formamos parte de esos
tres ríos que ya se han nombrado anteriormente que forman la dinámica de la
procesión y, por extensión, de la vida. Lo importante es el paso, la figura, el
río principal. Los cofrades serían el
segundo río que acompañan y alumbran al
paso. Finalmente, la gente que observa, será el tercer río, que, en determinado
momento, puede tener la opción de sumarse al devenir procesional.
En
el fondo las cofradías no hacen más que imitar al primer cofrade. Tomemos el
ejemplo de Jesús con Bartimeo. Persona ciega, no de nacimiento, apartada, por
su defecto, tanto del camino de la vida como de la sociedad. Esperaba apartado
en el camino. No entraré a hablar del significado de la ceguera en el
Evangelio. La ausencia de Dios en el hombre que le hace ir ciego por la vida.
Bartimeo llama a Jesús y le dice que quiere ver. Reconoce su error, su pecado y
pide perdón. Jesús le perdona. Bartimeo recupera la visión, su dignidad como
persona sumándose como hombre nuevo a la
sociedad, pero de manera diferente. Retoma el camino bajo la nueva guía de
Jesús, recorriendo el mismo camino que el maestro.
Quizá
el Nazareno pueda ser ese “llamador” de la gente que, desde la acera, contempla
el paso de una figura de madera bellamente ejecutada y finalizada, pero con un
gran significado detrás y que llama a todo aquel que quiere escuchar.
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