La revista "Belezos" publicada por el Instituto de Estudios Riojanos, en su número 39 del pasado marzo de 2019, publicó el siguiente artículo, titulado como la entrada. Lo dejo tal cual fue enviado. Se produjeron modificaciones, tanto en el texto como en las fotografías, por cuestiones de espacio disponible en la revista. Podemos decir que esta es la versión aumentada.
LA SEMANA SANTA
COMO HECHO SOCIAL Y TEATRAL
1º LA SEMANA SANTA COMO HECHO SOCIAL TOTAL.
Dentro de pocos días, como en cada primavera, las principales
calles de nuestras ciudades y pueblos, verán desarrollarse los fastos
pasionales de la Semana Santa. Asistiremos, como participantes, público o
ciudadanos que se encuentran con ellas, a las procesiones donde, los
cristianos, celebran la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesucristo. Desde el
punto de vista antropológico, la Semana Santa, a día de
hoy, se
puede considerar como un hecho social
total. Siguiendo a Marcel Mauss, éstos, son aquellos hechos que
sirven “para designar a aquellos
fenómenos socioculturales que, más allá de su contenido explícito o declarado,
poseen múltiples dimensiones (ideológicas, políticas, sociales, económicas,
identitarias…) e involucran, de una manera u otra, a los diversos sectores o
grupos sociales de una sociedad o comunidad y no sólo a alguno de ellos” [1]
Son hechos plurales en participación y polisémicos en significado.
El caso más claro de esto lo veremos en los picaos de San
Vicente de la Sonsierra; pasa de ser un acto de simbología religiosa a
referente cultural, identitario y depositario de la memoria colectiva de
aquella localidad y de sus habitantes. Incluso atrayendo a otras personas de
otras partes que forman parte de la cofradía de la Vera Cruz de la villa de la
Sonsierra, como si fueran nativos.
Picaos de San Vicente. Autor Roberto Zaldívar.
Todo aquello que celebramos en el tiempo pasional, vertebra
el tejido emocional de la identidad colectiva, de la cultura, de la tradición,
convirtiéndose, con el paso del tiempo, en una ceremonia de la memoria. En
algunos lugares como San Vicente, se considera como la fiesta más importante de
la localidad a lo largo del año.
2º LA OCUPACIÓN DEL ESPACIO PÚBLICO.
La Semana Santa, como hecho celebrativo, se desarrolla en dos
espacios físicos bien diferenciados; por un lado, en el templo, donde se
celebra el Triduo Pascual; por otro, la calle, lugar, donde las cofradías salen
en procesión. Son espacios que se unen y se separan muchas veces ya que
determinadas celebraciones de la religiosidad popular se celebran dentro de los
templos; por ejemplo, el lavatorio de los pies, diferentes besamanos, besapiés,
celebraciones del desenclavamiento, etc. También, en dependencias anejas, se
celebran actividades no cultuales de las cofradías.
Un hecho significativo que llama la atención es la afluencia
de gente a los templos. Tanto para ver los pasos, visitar el Monumento, o poder
adquirir los recuerdos que ofrecen las cofradías. Como dice José Luis Alonso
Ponga nos encontramos con “una dialéctica espacial dentro de la iglesia donde
contrapone una vez más, lo sagrado (el Monumento) y lo profano (el comercio)
que en estos días conviven en perfecta armonía”.[2]
El cambio en la centralidad del templo, en sus lugares más importantes y en su
significado, se refleja en la asistencia a ellos de personas que,
habitualmente, no suelen acudir a él.
Pero, el hecho participativo más importante de
la vida cofrade es la procesión; abandonar el templo y salir a la
calle, ocupar el espacio público en el que se desarrolla la vida habitual de
cada ciudad o pueblo. Es ahí, donde el pueblo, las asociaciones de laicos que
son las cofradías, a su modo y manera y usando sus cinco sentidos, viven,
muestran y celebran los fastos cuya culminación será la Pascua de
Resurrección.
Plano Procesión Encuentro de Arnedo
Es en este lugar, la calle, el espacio público, donde los
tres ríos de los que habló la periodista y pregonera de la semana santa
vallisoletana de 1982, María Teresa Íñigo de Toro, se hacen presentes; en el
centro los pasos; a sus lados, las cofradías y, en un tercer brazo, “el pueblo
llano. El pueblo que mira a las cofradías y a los pasos” [3]
Procesión Encuentro de Logroño. Autor: Roberto Zaldívar
Es ese río seco que atraviesa y vertebra la ciudad o los
pueblos durante unos días, el que logra que se puedan producir hechos sociales
significativos que, habitualmente, no suelen darse. En algunos lugares, serán
los habitantes del extrarradio los que ocupen y se hagan presentes en el centro
de las localidades.
Acabamos convirtiendo el espacio público en espacio
procesional. Muchas veces ese espacio procesional culminará en “Calvarios”,
lugares donde se recuerda el sitio donde murió Jesucristo. Arnedo, Alfaro o la
misma localidad de San Vicente de la Sonsierra, realizan ese camino a imitación
del que hizo el primer cofrade en el primer Viernes Santo de la historia. A la
vez, monte de unión y de relación directa de Dios con los hombres, tal y como
muestra el Antiguo y el Nuevo Testamento en abundantes relatos.
Alfaro: Ascenso al Calvario, Viernes Santo por la
mañana. Autor: Milagrosa Alfaro Ochoa
Como dato curioso, se puede apuntar al hecho de cómo se puede
cambiar el uso del mismo espacio público. En Logroño, tras la magna Procesión
del Santo Entierro por las principales calles del casco antiguo, en escasos
minutos ese espacio de piedad y religiosidad popular, se ve sustituido por la
masiva afluencia de gente a los diversos centros de diversión situados ahí,
tales como bares, discotecas o tabernas.
3º LA PROCESIÓN COMO HECHO TEATRAL.
Las procesiones semanasanteras, además de formar parte del
hecho identitario de una sociedad, se pueden percibir como un hecho teatral.
Determinados autores apuntan a la necesidad de mirar de otro modo las
procesiones. ¿Son un hecho cultural? ¿Es una mera representación piadosa? ¿Son
una catequesis en la calle? ¿Cómo explicar el éxito de las cofradías en una
sociedad que es más laica que nunca? ¿Qué lleva a las personas a acudir año
tras año a observar lo ya visto muchas veces y que apenas varía?
Se habla de una nueva visión; hay que “saber mirar”, verlas
de otro modo, fijarnos en pequeños detalles que, a primera vista, pueden pasar
desapercibidos y son importantes. Ir más allá de la sociedad del espectáculo en
que nos encontramos a día de hoy. Tal como adelantó Feuerbach en “Esencia del cristianismo” a mediados
del siglo XIX, el hombre prefiere la imagen a la cosa, la copia al original, la
representación a la realidad. Como acertadamente dijo Guy Debord, estamos ante
“la sociedad del espectáculo”. “Todo lo que antes era vivido directamente, se
ha alejado en una representación”. [4]
¿Responsables? los medios de comunicación que han acabado teatralizando toda la
actividad social del hombre. Separar esa visión externa y acercarla a una
vivencia personal es lo que puede llevar a ver y vivir las procesiones de otro
modo.
Calahorra. Jesús de Medinaceli. Cofradía de la Vera
Cruz, Calahorra
La semana santa no es, en el fondo, más que un gran teatro que,
anualmente y en el cambio estacional hacia la primavera, sale a la calle y en el que
participa mucha gente, bastante más de la que suele acudir a los
templos a largo del año. San Vicente de la Sonsierra, Arnedo, Alfaro, Logroño,
Haro, Santo Domingo, Calahorra, Cornago, Murillo de Río Leza, Laguna de
Cameros, celebran su Semana Pasional que no desemboca en la alegría de la Resurrección.
El cénit de los desfiles pasionales es la procesión de Viernes Santo por la
tarde donde, con mayor o menos número de figuras, se narra de manera
historiada, la pasión de Cristo. De los picaos de San Vicente, pasando por la
subida a la iglesia de San Francisco en Calahorra donde los trabadores
ascienden por escaleras trabando las figuras, la salida y entrada del Nazareno
logroñés en la parroquia de Santiago, el Real; el Cirineo del Vía Crucis de
Arnedo en la mañana del Viernes Santo; el homenaje que los habitantes de
Cornago con sus doce banderas tributan al Yacente y a María en su dolor,
acompañados por la corte de ángeles y San Miguel. Todo ello contribuye al
espectáculo teatral de la Semana Santa riojana.
Arnedo. Vía Crucis con Nazareno y Cirineo. Cofradía
Santa Vera Cruz. Arnedo
No ajenos a la sociedad espectáculo y a la importancia de las
redes sociales en las relaciones humanas y al imperio mediático de los canales
de televisión, llegan ya a La Rioja los influjos sevillanos y ya vemos en
nuestras calles pasos a costal, sonidos de bandas más cercanas a las orillas
del Guadalquivir que del río Ebro. Las logroñesas cofradías de la Entrada de
Jesús en Jerusalén y la Flagelación, portan alguno de sus pasos a costal.
4º LA PLÁSTICA DE LA SEMANA SANTA. LOS PASOS EN LA CALLE
Siempre se ha dicho que Valladolid en Semana Santa es un
museo que se asoma al asfalto, impregnándolo de la seriedad propia de aquellas
tierras. Ciertos investigadores así lo atestiguan, mientras otros, los locales
mayormente, lo niegan.
La Rioja, a día de hoy, puede presumir de un magnífico e
impresionante fondo de armario en cuanto a
imaginería religiosa, tanto procesional como no. Los talleres barrocos
que, desde la segunda mitad del XVII, poblaron las localidades de nuestra
Comunidad Autónoma desplegaron todo el talento de sus maestros en
impresionantes obras que, a día de hoy, permanecen en los templos expuestas a
todo el que quiera acercarse a ellas.
La aparición de las cofradías bajo la advocación de la Vera Cruz,
sobre todo las ligadas al antiguo convento de San Francisco de la capital
riojana como consecuencia de la actividad de las veredas cuaresmales llevadas a
cabo por los franciscanos en casi todos
los valles que configuran la actual Rioja, dieron lugar a un aumento de los
encargos a los citados estudios. Los principales tallares se encontraron en el
valle medio del río Ebro.
Diversos pasos barrocos salen a las calles riojanas en la
Semana Santa actual. El Santo Sepulcro logroñés, cuya urna es realizada en
Valladolid y el Yacente en Sevilla, provendrá de la donación del riojano
Gabriel de Unsáin a finales del XVII a la entonces colegiata de La Redonda,
junto a una Dolorosa para realizar la ceremonia del descendimiento, muy común
en otras ciudades, junto a una procesión por el quiñón parroquial. El Cristo de
la Agonía, obra del navarro Juan Bazcardo también en el siglo XVII, procesiona
por las calles calagurritanas.
El Descendimiento logroñés, barroco, de la antigua cofradía
de Nuestra Señora de la Soledad y Santa Cruz de Jerusalén, con sede en el
actual parlamento de La Rioja, antiguo convento mercedario; el Cristo de las
Ánimas, obra de Arnao de Bruselas, actualmente en la Imperial Iglesia de Santa
María de Palacio de Logroño. En la sede episcopal calagurritana, se puede ver
en la calle el Cristo de Medinaceli, del que se desconoce su autor, igual que
la Dolorosa; esta, al igual que casi todas las del norte de España, se nos
presentan vestidas de negro, como vestían las viudas castellanas de la época
barroca. Por contra, los pasos de palio andaluces, nos presentan a una María
joven, casi más hermana que madre que, siguiendo a algunos autores como Isidoro
Moreno, prefiguran más la alegría de la Resurrección que el dolor de la pasión
y muerte de Cristo.
Calahorra: Crucificado. Cofradía de la Vera Cruz. Calahorra
El Cristo de la Caña, atribuido por algunos estudiosos al
maestro gallego Gregorio Fernández, el Cristo de la Vera Cruz o el Yacente,
articulado como el logroñés, anónimo del siglo XVIII están expuestos a la
contemplación en el templo de San Francisco calagurritano. Otro ejemplo barroco
será el Atado a la Columna de Jalón de Cameros, realizado por el dúo Sebastián
del Ribero- Fernando de Ezpeleta.
Atado a la Columna, Jalón de Cameros. José Manuel Ugarte
Pereira.
Pero no solo del barroco vive la Semana Santa. Será
a finales del siglo XIX cuando el taller Arte Cristiano de la
gerundense localidad de Olot, democratice el proceso procesional.
Realiza figuras en materiales baratos que son adquiridas por muchas cofradías.
La Entrada de Jesús en Jerusalén logroñesa, la Oración en el Huerto
calagurritana son ejemplos.
Pero, dentro del arte contemporáneo, destaca la ciudad de
Logroño donde artistas tanto locales como foráneos han hecho su contribución. El
Nazareno del logroñés Alejandro Narvaiza; Vicente Ochoa nos ha legado los pasos
de la Flagelación y el Cristo de las Siete Palabras. El bilbaíno Quintín de
Torre y Berástegui ha dejado el paso del Encuentro y la última aportación será
la del madrileño Ramón Chaparro, autor del Stabat Mater que todos los Martes
Santo procesiona por el caso antiguo logroñés siendo alumbrado y portado por la
marista cofradía de la Santa Cruz.
PARA SABER MÁS:
Moreno Navarro, Isidoro: “La religiosidad popular. Entre el
templo y la calle”. Actas del VI Congreso Nacional de Cofradías”, Medina del
Campo, 2016, págs. 81-94
Gavilán Domínguez, Enrique: “Cruce de miradas. Para una teoría
de las procesiones”. Memorias de la Pasión en Valladolid, Valladolid 2005,
págs. 49-88.
Alonso Ponga, José Luis: “Más allá de los pasos”. Memorias de
la Pasión en Valladolid, Valladolid 2005, págs. 89-116.
Labarga García, Fermín: “Las cofradías de la Vera Cruz en La
Rioja. Historia y espiritualidad”. Diócesis de Calahorra y La Calzada- Logroño,
Logroño, 2000
“Diolo y Dotolo. El legado de don
Gabriel de Unsain en la Semana Santa logroñesa”. Instituto de Estudios Riojano, Logroño, 2015.
[1] Moreno
Navarro, Isidoro “La religiosidad popular. Entre el templo y la calle” en Actas
del VI Congreso Nacional de Cofradías, pág. 86. Junta de Cofradías de Medina
del Campo, Medina del Campo, 2016.
[2] Alonso
Ponga, José Luis: “Más allá de los pasos” en “Memorias de la Pasión en Valladolid”, Junta de Cofradías de
Valladolid y Ayuntamiento de Valladolid, Valladolid, 2005, pág. 99-100
[3] Burrieza
Sánchez, Javier: “Los Rostros de la Semana Santa de Valladolid” en Op. Cit.,
pág. 11.
[4] Debord,
Guy: “La Sociedad del espectáculo”, Ediciones Naufragio, Santiago de Chile,
1995, pág. 8.
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