Nos encontramos ante una situación curiosa con esta imagen de
Jesús con la cruz a cuestas; procesiona cada cien años, al cumplirse el
centenario de su llegada al convento de la clarisas de Sisante, en la provincia
de Cuenca. Concretamente la imagen llegó el 14 de septiembre; desde 1711, fecha
de inicio de la tradición.
El origen de la imagen bascula entre los que sostienen que
fue encargada por Carlos II a Luisa Roldán, escultora de cámara para obsequiar
al Papa Inocencio XI; los que sostienen que el mismo rey lo encargó para el
Convento de San Diego de Alcalá de Henares; al final, la muerte del rey hizo
que la imagen permaneciera en la casa de la escultora hasta su fallecimiento en
1704.
Es curioso que el primer centenario lo hizo en 1819, ocho
años después de la fecha indicada, debido a la Guerra de la Independencia.
Posteriormente celebró el tercer y cuarto centenario en 1911 y 2011. También
procesionó en 1939 como desagravio ante los actos vandálicos padecidos durante
la Guerra Civil; fue restaurada por Coullaut Valera dejando el aspecto que
presenta hoy en día.
La última salida extraordinaria fue en el año 2000 para
celebrar el Año Jubilar. El 24 de marzo se trasladó del convento a la parroquia
de Santa Catalina para celebrar un triduo, posteriormente devuelto al convento
el 27, procesionando el 31 de marzo en Cuena y el 1 de abril en Sisante.
La imagen fue tallada por la escultora Luisa Roldán “la Roldana” entre 1697 y 1701, durante
su periodo madrileño. Imagen de tamaño natural, de candelero con cabeza,
cuello, manos y pies tallados. Jesús camina hacia el Calvario encorvado,
portando la cruz en el hombro izquierdo. Dicha cruz es sujetada por las manos
de Cristo que, casi no tocan el madero. La mano derecha está más baja que la
izquierda.
Imagen idealizada de Jesús donde el suplicio sufrido antes de
portar la cruz no aparece en toda su crudeza, salvo la corona de espinas, los
regueros de sangre producidos por la misma, el rostro un poco tumefacto y la
boca ensangrentada. Presenta una mirada perdida que no se dirige a nadie
especialmente, sino que es una muestra más de la fuerte humanidad que nos
muestra la escultora. Barba bífida, nariz alargada, rostro de un óvalo
perfecto.
Un caso curioso de una magnífica imagen nazarena que no sale
en Semana Santa a la calle, pero que espera, cada cien años, que sus vecinos y
devotos, le acompañen por las calles de Sisante.
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