Efecto Frontera: las Siete Palabras delante de una discoteca.
Inicio una serie de entradas bajo el epígrafe de formación.
Palabra tabú para una parte del mundo cofrade y, parece ser también, para los
rectores tanto de nuestras cofradías, como de los responsables diocesanos del
mundo de la religiosidad popular. Como apunta José María Rodríguez Olaizola, la
realidad cofrade, desde el punto de vista eclesial, se encuentra en la
frontera. Esa no comprensión del espíritu de frontera provoca el rechazo de
mucha gente y permite que, tan solo, se conozca al mundo cofrade por fuera.
(1) Y máxime cuando, esta misma semana pasada, hemos asistido al envío de
la tercera entrega, por parte de la Diócesis de Calahorra y La Calzada-
Logroño, a los Grupos de Fe y Vida, dentro de la Misión Diocesana, titulada “La Formación: para dar razón de nuestra fe y
esperanza”. En ese escrito se comenta que “la Iglesia (Madre y Maestra)
continúa promoviendo una formación integral, para ayudarnos a descubrir y vivir
la propia vocación y misión” (pág. 8)
En 2020 para la Iglesia tanto diocesana como universal, “la
formación es una prioridad, una urgencia pastoral… (pág. 12) La falta de
formación no es tan solo la pérdida de una ocasión propicia. En muchas
ocasiones produce una deformación del mensaje cristiano, una confusión entre lo
esencial y lo accidental de la verdad y vida cristianas” (pág. 13). También se indica que “el servicio a la
Iglesia y a la sociedad nos exige a todos los cristianos dedicar tiempo a la
formación y a la profundización de la fe” (pág. 12). Aun así se nos recuerda
que la responsabilidad recae también en los laicos, pues la formación “no será
verdadera ni eficaz hasta que cada cristiano no asuma la responsabilidad sobre
su propia formación y sobre la formación de los otros” (pág. 12)
Incluso el Instrumentum Laboris del Congreso Nacional de Laicos
que se va a celebrar el próximo mes de febrero en Madrid, en su punto 27 dice
que “descubrimos debilidad en lo que hace referencia a formación.
Experimentamos en este contexto la necesidad de una formación más plena,
auténtica y propia de la vocación laical, en la que la Doctrina Social
de la Iglesia ocupe un lugar central junto con la profundización en la Palabra
de Dios”
Logo Congreso Nacional de Laicos, Madrid 2020
Esta entrada será una breve exposición e introducción al año
litúrgico. Este, comienza el primer domingo de Adviento, cuatro domingos antes
de la Nochebuena, fecha donde conmemoramos un doble nacimiento: Dios se hace
hombre y los hombres, por ese nacimiento, nos sumamos y nacemos a Dios. “El año
litúrgico es la aventura de llevar la vida cristiana a plenitud, tener el
corazón alerta y el alma centrada” (2). Se tratará de sintonizar, lenta pero inexorablemente, la vida de cada
cristiano con la vida de Cristo. En el desarrollo del año litúrgico se irá
produciendo, poco a poco, paso a paso, la inmersión del cristiano en la vida
del Maestro, Jesús. El objetivo debe ser lograr la definitiva configuración de
cada uno con la persona de Cristo.
Año litúrgico.
Existen cuatro maneras de vivirlo. En primer lugar, los
domingos se celebra y rememora la muerte y resurrección de Cristo en la
Eucaristía; en segundo lugar los diferentes tiempos litúrgicos. De ellos el Adviento
es el que se desarrolló más tardíamente, ya que Semana Santa y Pascua
arraigaron más en las comunidades cristianas desde los primeros siglos. Otra
manera de vivirlo será el ciclo del santoral, donde conmemoramos a “los
individuos que destacaron por vivir la
santidad personal que veían en Jesús” (3). Finalmente el tiempo
ordinario, donde se traslada la vida de Jesús a nuestra vida diaria.
Calendario litúrgico año 2020
El año litúrgico tiene su punto central en la pasión, muerte
y resurrección de Cristo. “La Pascua constituye el centro mismo de la fe, la
visión de la vida que introyecta en nosotros, el sentido que da a nuestra fe,
la redención del alma que nos ofrece” (4).
El año natural comienza con el tiempo de Navidad, que
finaliza el domingo posterior a la festividad de Reyes, con la celebración del
bautismo de Cristo. Seguidamente y hasta el Miércoles de Ceniza, se desarrolla
el Tiempo Ordinario I. El tiempo de Cuaresma comienza el citado día. De Domingo
de Ramos a Sábado Santo celebramos la Semana Santa, razón de ser de las
cofradías penitenciales. El Domingo de Resurrección comienza el Tiempo de
Pascua que finaliza en la festividad de Pentecostés, día en que se conmemora en
envío por parte del Padre del Espíritu Santo para guiar y acompañar a la
incipiente Iglesia en su misión evangelizadora.
Efecto Frontera: Viernes Santo finales años70.
Acabado el tiempo pascual, se da paso a la segunda parte del
tiempo ordinario que finalizará con el primer domingo de Adviento y el comienzo
de otro año litúrgico. Se puede decir que el año litúrgico “tiene que ver con
la inmersión en los grandes misterios de la fe. Tiene que ver con la vida de
Jesús en su intersección con la nuestra” (5).
Posteriormente y a lo largo de este año, se desarrollarán los
diferentes tiempos que conforman el año litúrgico haciendo especial hincapié en
los que más afectan al mundo cofrade, como son Cuaresma y Semana Santa.
NOTAS.
(1) Daniel Cuesta Gómez, SJ, “La procesión va por dentro”, Mensajero, Bilbao 2020, pág.14
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