En
los últimos cuarenta y cinco años, la vida de la cofradía se ha visto
modificada por la aparición de la sección musical. Primero solo tambores,
posteriormente se unió una sección de viento para, en los últimos años, estar
solo compuesto por tambores, cajas, bombos y timbales el acompañamiento de los
pasos titulares nazarenos.
Las
secciones musicales de las cofradías, en un primer momento tuvieron un carácter
infantil; con el discurrir del tiempo y la incorporación de hermanos adultos
que deseaban y desean vivir su identidad cofrade en dichas agrupaciones, logran
mejorar en la calidad y cantidad de marchas con que amenizan o anuncian la
llegada de la figura procesional, parte fundamental y principal en el culto
público cofrade en los tiempos semanasanteros.
Logroño,
se ha caracterizado por disponer de bandas cofrades centradas en el tambor, ya
que se tomó el ejemplo de Zaragoza y el Bajo Aragón, donde esta cultura está
más implantada. Es el instrumento esencial en torno al que gira la música
pasional logroñesa. Recientemente se están asomando otro tipo de bandas, más
sevillanas, debido a la aparición, como en casi toda España, del modo de llevar
el paso a costal, entendiendo como tal, el hacerlo por la parte interior de las
andas no portándolo sobre el hombro por parte del cofrade.
A
día de hoy, los ensayos se alargan desde octubre hasta las fechas pasionales.
Son muchas horas las que se dedican a ese menester y, habitualmente, el
resultado, suele ser acorde con el trabajo realizado. Se crean marchas, se
adaptan las ya existentes y se busca variedad de toques para acompañar a los
pasos titulares.
La
aparición de los certámenes y exaltaciones cuaresmales, el alargamiento de la
temporada con apariciones de determinadas bandas en celebraciones no
pasionales, lleva, muchas veces a errores a la hora de programar las marchas
que se tocan en las salidas procesionales y no es raro escuchar, por ejemplo,
en la procesión del Santo Entierro logroñés, marchas de exaltación, con
formaciones en círculo más propias de otros lugares y celebraciones que de una
procesión del Cristo muerto, tal y como indica el Directorio sobre la Piedad Popular y la Liturgia. En determinadas ocasiones pareciera que algunos cofrades estuvieran bajo el efecto Dunning-Krugger.
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