Es el año 1967 cuando la entonces cofradía de
Jesús Nazareno decide cambiar su paso titular debido al deterioro de la figura
y al escaso tamaño de la que poseían. A la vez, se produce una reforma
estatutaria donde se permite la inscripción a todas las personas que lo deseen,
siempre y cuando se cumpliera lo indicado en los artículos 4 y 5. En el
artículo 6 se indicaba que podían pertenecer mujeres a la cofradía, en la
sección de Camareras del Nazareno.[1]
El encargo es a Alejandro Narvaiza Rubio,
pintor, escultor e imaginero nacido en Chile, aunque hijo y residente en la
ciudad de Logroño. Además del paso, se le encarga también, la confección de las
andas, el diseño de hábito, el escudo de la cofradía, inexistente hasta esos
días, y los cetros de representación. La cofradía, sin tener plena conciencia
de ello, había dado el paso definitivo para adecuarse a la realidad de la
sociedad en que se encontraba.[2]
La imagen que recibe la cofradía en 1969 es la
primera y gran plasmación del espíritu del CVII llevado a la imaginería
procesional. Como la obra de Quintín de Torre es de bulto redondo. Paso de una
sola figura, huye de la realidad al mostrar una persona de doscientos veinte
centímetros de altura, perfectamente vestido con túnica morada y cíngulo de
cáñamo, no apreciándose los signos de las torturas padecidas anteriormente por
Cristo. Tan solo la corona de espinas con algunos pequeños rastros de sangre
por la frente. La cruz es portada en el brazo derecho, contrariamente a los
diferentes modelos del resto de España que la portan en el brazo izquierdo. No
asume el modelo de la mano tendida que plasmó Gregorio Fernández en el XVII en
Valladolid donde vemos a un Jesús más portentoso en la carga expresiva en su
actitud de diálogo con el espectador en el caso de los pasos de figura única, o
con las personas que le rodean en pasos con más personajes, como la Verónica o
las mujeres de Jerusalén. Su mano se levanta en actitud de dirigirse al público o de bendecir. Tampoco asume el
modelo sevillano de figura que agarra con las dos manos el madero. Sí asume, en
parte, la intención del maestro Fernández de entrar en comunicación con el
público para lo cual el papel de la mirada de la figura, la iluminación y los
faroles que portaba en los varales de carga cobran importancia. Paso realizado
para ser visto en la calle, los cuatro faroles que lleva en las varas de carga
logran centrar la atención del espectador que lo ve venir desde lejos en el
punto central que es la figura. La iluminación que llevaba era un simple foco
de camión que le difuminaba la cara, llevando a un íntimo y profundo diálogo
con el espectador. Finalmente, la iluminación se complemente con la parte superior externa de las andas
con una luz difusa para resaltar la alfombra de claveles rojos que cubrían el
resto de la superficie.
Es un Nazareno con características especiales;
realizado en madera de abebay comprada en Bilbao. Son planchas de catorce
centímetros de anchas pegadas unas a otras con el fin de evitar posibles
fracturas en la madera si sufriera algún golpe. Curiosamente, no está
policromado sino que está revestido totalmente con pintura de carrocero con el
fin de evitar los efectos de las inclemencias meteorológicas.
La figura, como se ha comentado anteriormente,
es muy alta, superando los dos metros; está realizada siguiendo los cánones del
clasicismo. Es siete veces la medida de la cabeza. La cruz, como también se ha
apuntado, se porta en el hombro derecho, dejando la mano izquierda colgando.
Cristo se encorva un poco bajo el peso de la cruz, desviando su mirada hacia la
izquierda, buscando el contacto con el espectador que lo ve pasar. La mano
izquierda queda colgada y, según el autor, será la representación del
trabajador, carpintero, que fue Jesús antes de salir a su predicación, mientras
que para los anteriores obispos diocesanos, será la mano que se tiende a los
fieles para que se sumen a Cristo en un diálogo particular, intenso. La cruz,
según explicación del autor a la asamblea de la cofradía en el año 1967,
mostraría el peso de los pecados de los hombres, para lo cual se adorna con
esmaltes rojos y un relieve. Se trata de un patrón que se repite a lo largo de
toda la cruz y en todos los brazos. Incluso, buscando una explicación
cuasiteológica, pudiéramos decir que en el autor existe una idea de pecado que
es repetitiva en el hombre y que este hombre, en tanto en cuanto hombre,
siempre volverá a pecar.[3]
Destaca el autor al realizar la anatomía de
Jesús; el perfecto trabajo que realiza con la madera, es donde la labor de la
gubia de Narvaiza alcanza su mejor nivel de expresividad. El perfecto
desarrollo del cuello donde se aprecia perfectamente toda su anatomía, incluso
el agujero que aparece entre el músculo esternocleidomastoideo y la tráquea;
sucede lo mismo con los inicios de las dos clavículas, las cuales desaparecen
bajo la túnica en un nivel superior del trabajo de la madera; incluso se puede
apreciar un inicio de la nuez. Destaca también como resuelve la cara del
nazareno; nariz recta y perfecta, el trabajo espectacular de los pómulos donde
son marcados un poco más respecto al resto de la fisonomía. Se ve la boca
ligeramente entreabierta, adivinándose la dentadura. Barba, cejas bigote y pelo
perfectamente realizados con un estudio particular y puntilloso hasta el mínimo
detalle de las mismas. Incluso aparece perfectamente peinado, las cejas
perfiladas; lo mismo se puede decir de barba y bigote. Ojos realizados en
madera, sin ayuda de elementos extraños, es la pintura de esta parte del
cuerpo, lo que le hace acentuar el dramatismo y la soledad que llega al
espectador. Al girar la cabeza a su izquierda, como se ha indicado
anteriormente, parte del pelo cae por detrás de la cabeza llegando a tapar una
mínima porción de la cruz. Marcando perfectamente las piernas del Nazareno, realiza
de manera primorosa la túnica donde se aprecia el movimiento de la ropa que
cubre el cuerpo en su parte superior. La caída de la manga de la túnica se ve
perfectamente en la mano que porta la cruz; lo mismo pasa con la mano que
cuelga. La cintura ceñida por un cíngulo blanco apenas visible en su lado
izquierdo por la caída de dos cuerdas, y una mínima aparición adelante, separa
la parte inferior del cuerpo donde se dibujan perfectamente las dos piernas.
Como ejemplo diremos que es sensacional el trabajo de Narvaiza en la madera de
abebay, al realizar los pliegues del hombro derecho, justo debajo del lugar
donde apoya la cruz. La disposición de los pies, el derecho avanzando y el
izquierdo cruzado es el modo en que el autor transmite el esfuerzo que realiza
Cristo al arrastrar la cruz.
Se asienta en unas andas de madera de roble,
realizadas por la fábrica de muebles Ruperto Grijalba de la capital riojana;
están adornadas por 34 puntas de diamante que separan los dos espacios que el
imaginero crea; el superior, donde está Cristo y el inferior donde está el
hombre. Conviene prestar atención, en este sentido, al significado que juegan
los números en el desarrollo del conjunto; el número tres es la plenitud, es
decir, Dios. El cuatro es el mundo, pues muestra los cuatro puntos cardinales;
el número doce (cuatro por tres) plasma la unión Dios- mundo. Ejemplos: en
Israel los doce patriarcas; la nueva alianza son doce apóstoles. Finalmente el
siete (cuatro más tres): la Alianza, la plenitud. Los siete sacramentos de la
Iglesia. [4]
Añadir a esto que los portadores no llevaban
capirote, sino una sola tela blanca que cubría la cabeza y, además de no
impedir la visión del paso, evitaba que el hombre invadiera el terreno de la
divinidad. Con lo cual, el autor, estaba, por decirlo de una manera, negando la
posibilidad del encuentro Hombre- Dios.[5]
El hábito es de algodón color marrón,
significando la unión del hombre con la tierra. Cíngulo de cáñamo, guantes
blancos y calzado oscuro. El autor rompe con la uniformidad manifiesta de la
semana santa logroñesa en el hábito, creado en 1940, de la Hermandad de la
Pasión y el Santo Entierro, blanco y con capirote morado, a imitación de la
Hermandad de los Gitanos de Sevilla; dicha uniformidad se había trastocado ya
con la aparición de los hábitos de las cofradías logroñesas de la Soledad, de
las Siete Palabras y la Flagelación.[6] Pero la
aparición del hábito nuevo del Nazareno, rompe de manera definitiva, como se ha
señalado, con el uniformismo heredado del nacionalcatolicismo triunfante en
1939 y que se extendió a lo largo de unas cuantas décadas por toda la geografía
española, la logroñesa incluida.[7]
Por otro lado, también es importante el
significado de los colores: el blanco: significa a Dios; es la pureza, la
perfección; en este caso en el capuz de los cofrades. El marrón es el color de la tierra, que aporta estabilidad y
realismo. Hábito marrón claro y cetros de representación color marrón oscuro.
El gris, color de las primeras varas de portar el paso y el de las horquillas
por aquel entonces de madera, el un color sin fuerza pero que significa
responsabilidad, constancia y disciplina. Finalmente, el morado, color actual
del hábito y capuz, como todas las cofradías nazarenas es el color penitencial
cofrade por excelencia. .
BIBLIOGRAFÍA.
* HOBSBAWM, Eric: “Un tiempo de rupturas. Sociedad y cultura en el siglo XX”.
Crítica, Barcelona, 2013.
*LABARGA GARCÍA, Fermín:
“Diolo
y dotolo. El legado de don Gabriel de Unsáin y la Semana Santa logroñesa”. Instituto de Estudios Riojano y Ayuntamiento
de Logroño, Logroño, 2015.
“Las
cofradías de la Vera Cruz en La Rioja.
Historia y espiritualidad.” Diócesis de
Calahorra y La Calzada- Logroño, Logroño, 2000.
“El Nazareno en La Rioja” Revista Gracurris, Alfaro 1995.
*PRIETO, Javier: “El Nazareno de la mano tendida. Una aportación de la imaginería
castellana.” En http://patrimoniocofrade.blogspot.com.es 2013.
*RAMÍREZ MARTÍNEZ, José Manuel:
“Retablos
mayores de La Rioja”. Obispado de
Calahorra y La Calzada- Logroño”, Logroño 1993.
“Guía
turístico- histórica de la Muy Noble y Muy Leal ciudad de Logroño” Ochoa Impresores, Logroño, 2012.
*SAN FELIPE ADÁN, María Antonia: “Una voz disidente del nacionalcatolicismo.
Fidel García Martínez, obispo de Calahorra y La Calzada, 1880-1973”
Universidad de La Rioja, Logroño 2015.
*UGARTE ALONSO, Eugenio:
“Historia de la cofradía de Jesús Nazareno
de Logroño”. Ed. Particular, Logroño, 1992.
“Historia de la Semana Santa de Logroño”.
Ed. Particular, Logroño, 1992, reeditado en 2013.
“Un Viernes Santo en Logroño”. Ed.
Particular, Logroño 1996.
“El nuevo paso de Jesús Nazareno de Logroño”
Ed. Particular, Logroño 1996.
*UGARTE PEREIRA, José Manuel:
“Paso de Jesús Nazareno de Logroño”. Charla
dada el 12/01/2016 en la Tertulia Cofrade organizada por la Cofradía de La
Flagelación de Jesús” en su casa de Hermandad de Logroño
“Cofradía de Jesús Nazareno y Nuestra Señora
de los Dolores. Historia y vivencias”. Charla impartida en Cambrils el
12-03-2016 dentro del programa “Altres Mirades 2016” organizado por la
Asociación de Antiguos Alumnos La Salle de Cambrils en colaboración con el
Ayuntamiento de Cambrils, la Congregación de la Purísima Sangre de Cristo y la
Cofradía de la Madre de Dios de los Dolores, ambas de Cambrils.
*VV. AA.:
“Historia de la ciudad de Logroño. Tomo III,
Edad Moderna. Tomo IV Edad Contemporánea”. Ibercaja- Ayuntamiento de
Logroño, Logroño 1994.
“Dalmati- Narvaiza, 1913- 2013” Cultural
Rioja, Logroño 2013.
“Imaginería versus escultura. Ricardo
Flecha”. En http://www.tertuliacofradepasion.com, Salamanca 2016.
*ARCHIVOS CONSULTADOS.
-
Archivo cofradía de Jesús Nazareno y Nuestra Señora de los Dolores, parroquia
de Santiago el Real, Barriocepo 6 Logroño (La Rioja)
-
Archivo particular de José Manuel Ugarte Pereira.
-
Archivo sonoro particular de José Manuel Ugarte Pereira
-
Archivo municipal de la ciudad de Logroño, Avda. La Paz 11, Logroño (La Rioja).
*REVISTAS Y BOLETINES.
“Semana Santa Logroño”. Revista
publicada por la Hermandad de Cofradías de la Pasión de la ciudad de Logroño
los años 2011, 2012, 2013, 2014, 2015 y 2016.
“Cofradía de Jesús Nazareno. Boletín
Informativo” Boletines informativos de la cofradía de Jesús Nazareno y
Nuestra Señora de los Dolores, publicados ininterrumpidamente desde 1993.
“Pasos” Revista publicada en dos épocas;
primera con la denominación “Pasos de
Semana Santa” desde 1997 hasta 2002 y como “Pasos de arte y cultura” desde 2006 hasta 2011. Madrid.
José Manuel Ugarte Pereira.
Comunicación presentada al VI Congreso
Nacional de Cofradías
Medina del Campo, 2016
Titulada ”Modelos iconográficos de Jesús Nazareno en Logroño en el siglo XX”
[1]
Estatutos
de la Cofradía de Jesús Nazareno. Parroquia de Santiago, el Real. Logroño, mayo
1970. Archivo particular de José Manuel Ugarte Pereira.
[2]
Toda la
información del paso titular está extraída de “Paso de Jesús Nazareno de
Logroño”, charla dada por José Manuel Ugarte Pereira el 12/01/2016 en la
Tertulia Cofrade organizada por la Cofradía de La Flagelación de Jesús” en su
casa de Hermandad de Logroño. También en Ugarte Alonso, Eugenio, “Historia de
la Cofradía de Jesús Nazareno de Logroño”, Logroño 1992, págs. 14-17 y en
Ugarte Alonso, Eugenio “Historia de la
Semana Santa de Logroño”, Logroño 2013.
[3]
No olvidemos
que el autor, fue discípulo de su tío Alejandro Rubio Dalmati; juntos son
autores de todo el programa iconográfico de la catedral chilena de Chillán;
anteriormente su tío Alejandro realizó diversos encargos para las catedrales
también chilenas de Concepción y Talca. En “Dalmati- Narvaiza 1913-2013”, Cultural Rioja, Logroño 2013.
[4] Alegre, Xabier
s.j., “Resistencia y esperanzas
cristianas a un mundo injusto. Introducción al Apocalipsis”; Cuaderno 165 de
Cristinisme y Justicia., Barcelona, enero 2010
[5] Entrevista a Alejandro Narvaiza
Rubio por José Manuel Ugarte Pereira y Antonio Bonet Salamanca, Logroño,
septiembre 2014.
[6]
La
cofradía de la Soledad estrena hábito de raso en 1966 siendo la túnica negra y
el capirote blanco. Las Siete Palabras, en 1966, usa túnica de algodón verde,
capirote medio verde y esclavina blanca; la Flagelación, en 1967, por su parte,
usa raso granate y capuz color oro. En Ugarte Alonso, Eugenio, “Historia de la
Semana Santa de Logroño”, Logroño 2013.
[7]
Bonet
Salamanca, Antonio. “La Semana Santa logroñesa. Medio siglo de imaginería procesional
(1940-1990), Madrid, 2014, pág. 4
[8] Libro de Actas de la cofradía de
Jesús Nazareno y Nuestra Señora de los Dolores
[9]
Ver Isla
Pero, Imanol Joseba “Andas Nuevas” en Pasos de Arte y Cultura, Madrid,
diciembre 2010, págs. 30-31, donde se analiza en profundidad esta reforma.
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