Sirvan estas líneas
para recordar a Eugenio, buen cofrade, mejor persona y, que, junto a otros
cofrades, desde el silencio del trabajo anónimo, puso las bases para hacer un
poquito mejor y más grande a la Semana Santa de Logroño.
Tener unos años, ser cofrade y hablar de Lunes Santo en
Logroño es hablar de la Oración en el Huerto; es recordar ilusiones, alegrías,
tristezas, lamentaciones, esfuerzo, disgustos, enfrentamientos, trabajo y
ganas, sobre todo, muchas ganas. Es hablar de muchos hermanos cofrades, de
Richar, Goyo, Santi, Javier, Alicia, Emilio, Eugenio, Mariví, Julio y, sobre
todo y por encima de todo, de Doroteo, antiguo hermano cetro de la cofradía de
la Entrada de Jesús en Jerusalén.
Y para algunos, es también hablar de soledad. Es recordar
calles vacías cuando la Oración se asomaba a Juan XXIII, a Duquesa de la Victoria
o enfilaba Rodríguez Paterna. Y, en esa calle, Doroteo, me cogió y me dijo
aquello de “anda, ve delante del paso, que aquí atrás, estás solo, no sea que
te metan a un portal”. Es volver a vivir la soledad del cofrade que,
acompañando a su paso, o siendo uno más con los hermanos de otras cofradías, se
lanzaba a la aventura de salir a las calles de su ciudad como si del
enfrentamiento con un animal salvaje se tratara, tan solo observado por los
curiosos vecinos que, al oír el ruido de tambores y timbales, se asomaban a las
ventanas, retirándose rápido con movimientos de cabeza que parecían significar
aquello de, pero estos tíos, donde van a estas horas!!! Quizá sin saberlo,
estábamos experimentando la misma soledad que experimentó Jesús en Getsemaní
ante lo que se le venía encima.
Quizá, como decía José Luis Martín Descalzo, nos encontramos
ante la escena más desconcertante y dramática no ya de la Pasión, sino de todo
el Nuevo Testamento. Es, siguiendo al
mismo autor, la “imagen de un Dios temblando, empavorecido, tratando de huir de
la muerte, mendigando ayuda”. [1]
Con los años, los cambios de sedes canónicas de la cofradía,
la Oración casi desapareció de algún horizonte cofrade, al instalarse en la
zona oeste de la capital. La vuelta a la orilla del Ebro en 1997 trajo su
vuelta a nuestro ser cofrade. Así como en aquel lejano año 1985 solo hubo un
nazareno acompañando a la Oración, desde principios del siglo XXI y hasta 2009,
fue acompañada no por un nazareno, sino por cuatro, el que estas líneas
escribe, Javi, Pedro y Antonio, los cuales, teníamos el honor de cerrar el
desfile procesional, en cuanto a representaciones se refiere.
La aparición de la imagen de Jesús Cautivo, realizada por Navarro
Arteaga, su inclusión en el Lunes Santo, dejando a la Oración para la procesión
del Santo Entierro, más el hecho de ser portado a costal desde 2015, práctica
importada desde Andalucía, lleva a que el Lunes Santo, para algunos cofrades
que peinamos canas, quede un poco desdibujado en el ánimo, pero contentos, por
otro lado, al ver que, cada año, en cada Lunes Santo por la tarde en Logroño, sabiendo
que es Logroño y no Sevilla, cada vez más gente, se acerca a acompañar a
nuestro Cautivo, pues al final todos los pasos son de todos los cofrades
logroñeses y riojanos, en su vía crucis por las calles de nuestra ciudad. Y,
como siempre que llega ese día, el hermano Doroteo está en nuestras oraciones,
en nuestro corazón y en nuestro recuerdo.
[1] Martín
Descalzo, José Luis: Vida y misterio de
Jesús de Nazaret. III La cruz y la gloria Ediciones Sígueme, Salamanca,
1987, pág. 204
Buenas noches,solo puedo escribir un par de frases,gracias por todo lo bueno que hemos compartido y por lo mucho que aun queda en el camino. Parafraseando unas palabras de cierta pelicula aun con algun cambio,"con cofrades como tu voy a cualquier batalla". Un abrazo fraterenal,sincero y emocionado
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