Cada día de la Semana Santa trae el nombre de una cofradía
logroñesa a cada cofrade. El Martes Santo, por excelencia, es el día de la
Flagelación. Siempre ha sido así. Posteriormente, se unirá la Santa Cruz de los
Hermanos Maristas, primero con el espectacular paso del Encuentro gubiado por
Quintín de Torre y Berástegui y, posteriormente, por el Stabat Mater de Chaparro,
dejando el primero para el Viernes Santo por la tarde en la procesión del Santo
Entierro. Vía Crucis parroquial y Santo Rosario del Dolor marista llenan las
calles logroñesas de honda raigambre semanasantera en este día.
Acudir a la procesión que partía de Santa Teresita era salir
del marco habitual del espacio procesional logroñés, abandonando el centro y el
casco antiguo y desplazarse unos cuantos metros, no muchos, al sur de la
ciudad, a la zona de expansión de los años cincuenta y sesenta del siglo pasado.
Además, añadir que no repetían ni repiten recorrido, ya que, cada año, visitan
los hogares de los enfermos de la parroquia que lo solicitan; lo cual no deja
de ser complicado para poder cuadrar anualmente un recorrido diferente. Todavía
recordamos aquella complicada maniobra que se realizaba para sacar el paso por
la puerta principal de la Iglesia, a la calle Menéndez Pelayo; el paso de los
años, la reforma del templo para realizar una capilla más pequeña, hace que la
salida sea por otra calle, Somosierra, por otra puerta más pequeña, habiendo
perdido el encanto de antaño para algunos cofrades que, a pesar de no participar
en la procesión, acudíamos para verlo salir casi todos los años. Los cambios se
acentúan con la aparición también, desde 2016, de la molía como medio de
portarlo abandonando el tradicional de varas exteriores, una nueva disposición
de los participantes en la procesión, así como nuevo acompañamiento musical, le
hacen ser una procesión diferente. Aun así, siempre quedará el recuerdo de
aquellas procesiones con escaso acompañamiento de gente, en un barrio con un
urbanismo diferente, pero con ese sabor cofrade que, muchas veces, nos
recordaba, nuevamente, el sentimiento de la soledad que experimentamos los
cofrades al enfrentarnos con las calles vacías.
Por otro lado, la cofradía marista ha retornado al casco
antiguo para realizar su procesión. La Virgen del Rosario se suma al Stabat
creando un nuevo sentimiento cofrade por las tradicionales calles cofrades
logroñesas.
Poco a poco, vamos entrando en la vivencia de la Semana
Santa; si la Cuaresma no fue suficiente, los primeros días semanasanteros, nos
pueden llevar, a una vivencia del proceso que vivió el primer cofrade en la
primera Semana Santa de la historia. Ya mencionamos la angustia de Getsemaní,
ahora unimos la detención, el juicio ante el Sanedrín, la primera visita a
Pilato, el viaje para ver a Herodes y la vuelta a Pilato. Todo ello, en un
breve periodo de tiempo y rodeado por gente que lo deseaba ver muerto. Todo
culmina con el primer ejercicio de violencia física sobre el cuerpo de Jesús,
la flagelación. Ha comenzado el carnaval de sangre.
Ese mismo día, es el montaje de los pasos nazarenos. La
parroquia de Santiago, el Real, acoge a los hermanos que van a montar sus
pasos; sus nazarenos, el Viejo y el de Narvaiza, toman vida, abandonan sus
lugares habituales y pasan a formar parte de los lugares importantes del
templo, uno a los pies del coro y el titular, enfrente de la puerta principal,
como prefigurando uno de los días grandes, el Miércoles Santo.
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