A
mediados de los años cuarenta del siglo XX, la cofradía tomó una decisión
importante; dejar de procesionar la Columna y el Medio Cuerpo debido al
deterioro que presentaban. A la vez, se decidió confeccionar unas nuevas andas
para el paso titular desde 1905 que, desde ese momento, quedaba como única
figura que procesionaría la cofradía.
Llegó
la hora de buscar financiación. No olvidemos que España acababa de salir de una
durísima guerra civil; además, la segunda guerra mundial daba sus últimas
bocanadas. El hambre y sus consecuencias eran corrientes en la península ibérica. Con una política
autárquica, un país prácticamente destrozado, la población lo pasaba realmente
mal para solo sobrevivir. Será gracias a las aportaciones de los cofrades y de,
sobre todo, dos que donaron prácticamente el costo total de las andas. No
sabemos cuánto costaron, pero si el resultado. Néstor Santo Tomás de Abajo y
Eugenio Ugarte González fueron los dos cofrades que hicieron posible ese avance
en la cofradía.
Las
andas durarán hasta 1968. Posteriormente pasarán a ser la base de la Oración en
el Huerto que las procesionó hasta su incorporación a la cofradía de la Entrada
de Jesús en Jerusalén a principios de la década de los 80 del siglo XX.
Posteriormente la cofradía nazarena las usará para el Vía Crucis de la Juventud
que, desde 1980, llegaba las mañanas de Viernes Santo, a la ermita del
Humilladero. Su última salida será el Viernes Santo de 2004. Tras la confección
de las nuevas andas del Nazareno Viejo, estas viejas andas, desaparecerán, no
sabiéndose, a día de hoy, el modo y la manera en que lo hicieron.
Las
andas fueron completadas con seis artísticos faroles hechos por el industrial
Ramos López; la instalación eléctrica la realizó Talleres Eléctricos Lasheras,
que donó tanto el trabajo como los materiales empleados para ello. La foto
corresponde al paso antiguo en la segunda mitad de los años 60 en la parroquia
de Santiago, el Real, listo para salir en procesión. Llama la atención la
orientación; mientras este mira al altar, el de Narvaiza se coloca al revés,
mirando a la capilla del Cristo Románico. Las razones son obvias y no merece
explicación.
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