sábado, 2 de marzo de 2019

2019. AÑO NAZARENO. Viernes Santo años 80



Cada año en Viernes Santo, el paso de Jesús Nazareno, acude a su obligada cita con el pueblo logroñés. Partiendo de su sede parroquial, se suma a la procesión del Santo Entierro, cuyos orígenes, se remontan a finales del siglo XVII.
Con el paso de los años, la procesión ha ido evolucionando, adaptándose a los tiempos actuales, pero intentando mantener el espíritu que le dio origen. Acompañar y mostrar a la gente, la pasión y muerte de Jesucristo. Esta procesión ha tenido siempre el mismo recorrido: Plaza del Mercado, Portales, Plaza Amós Salvador, Rodríguez Paterna, Avenida de Viana, Mayor, Merced, Portales, para acabar otra vez en la Plaza del Mercado. Las denominaciones de las calles han cambiado, pero el espacio procesional ha sido siempre el mismo. Tan solo se ha cambiado por causas ajenas a la voluntad de los cofrades. Fundamentalmente por obras en las respectivas calles. Hubo unos años a finales de los ochenta del pasado siglo que, por ese motivo, se alteró el recorrido. EL siglo XXI modificó el recorrido acercándose al centro de la ciudad, para acabar volviendo al tradicional recorrido "de siempre"
En la foto vemos al paso del Nazareno, procesionando por el Espolón logroñés a finales de los ochenta; ya se porta el hábito morado estrenado en el año 1982, se lleva el escudo de la cofradía en el brazo izquierdo. El adorno floral del paso va modificándose ganando en espesura, gracias al uso del boj, que permite poner menos claveles abaratando el costo del mismo. Aun así, se ven todavía los pies de la figura y la forma en que se han puesto. Se observa también, perfectamente, la iluminación del paso, con los cuatro faroles en las varas de carga exteriores, el foco de camión en la parte inferior izquierda del paso y el canal externo a las flores donde se adivinan las luces que, ayudan a difuminar la iluminación de toda la figura. Como dato curioso, se ve una horquilla apoyada en la parte superior de las andas. El público contempla el paso a hombros de los cofrades, unos con devoción, otros con indiferencia y otros sin prestarle la más mínima atención, ya que se dedican al placer de la conversación.


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