Jesús Nazareno, Logroño
Alejandro Narvaiza Rubio, 1969.
La suerte de contar
con las “colaboraciones buscadas” en la red de grandes personas, grandes
pensadores, hombre de fe, de una fe profunda, enraizada en lo más profundo del
corazón, que se vive en el día, en todos los sitios, no solo en el templo, que
hacen iglesia en todos los campos por donde se mueven, hace más fácil el
encontrar textos muy bien escritos, y que, si se leen con detenimiento y
teniendo en cuenta que no suelen ser largos, nos puede llevar a la reflexión.
Muchas veces hemos
oído eso de que “no sólo de pan vive el hombre”. Otra vez, Dani Cuesta, sj, nos
acerca al mundo real de la vivencia de la fe y de su alimento. Es nuestra fe y
nuestro compromiso fresco o congelado? Están al día o reposan en la nevera
esperando a que nos dignemos cogerlos?
Dejo una foto de
Jesús con la cruz a cuestas, en este caso la procesionada en Logroño. Todos
sabemos que una de las consecuencias de seguir y vivir una fe y una entrega
siguiendo los pasos de Jesús tiene grandes posibilidades, tal y como decía el
dominico José Luis Viejo, de acabar igual que el maestro, colgado de una cruz y
siendo el hazmerreír de sus coetáneos.
LA FE, TÚ FUTURO Y
UNA PIZZA DESCONGELADA.
Hoy es uno de esos días en los que tienes
tiempo para cocinar en casa. Piensas en realizar uno de esos platos elaborados
que aprendiste a hacer en casa. Pero, llegado el momento, te da una pereza
mortal ir a la compra, sacar las cacerolas, dedicar toda la mañana a prepararlo
todo y encima tener que fregar después. ¡Total, para comerlo en dos minutos!
Así que sacas una pizza del congelador y te dedicas a perder el tiempo con el
móvil y una serie durante toda la mañana. Diez minutos antes de la hora de
comer, metes la pizza en el microondas (calentar el horno te da pereza), sacas
un brik de gazpacho de la nevera y te entregas a tu festín. Mientras comes la
pizza con textura de chicle piensas en lo bien que habría estado comer aquel
plato elaborado, incluso podrías haber invitado a algún amigo a comer contigo.
Pero, tampoco te comes mucho la cabeza, porque esta comida alimenta igual y
sobre todo te deja mucho más tiempo libre para hacer lo que quieras.
Lo malo no es que acabemos alimentándonos de
precocinados y congelados, sino que esta actitud puede impregnar otros ámbitos
de nuestra vida. Y, dentro de ellas, quizá lo más preocupante sea su presencia
en el ámbito vocacional.
¡Cuántas veces pensamos y deseamos vivir conforme a lo que Jesús nos invita en
el Evangelio! ¡Cuántas veces sentimos que Dios nos inspira deseos de entrega
radical a los demás en el matrimonio, la vida religiosa, el sacerdocio o el
laicado! Y, aunque esos deseos son sinceros (como los de cocinar el plato
familiar), muchas veces nos conformamos con 'congelados' al responder
con la entrega de nuestra vida y vivimos un cristianismo totalmente
descafeinado.
Sin embargo, todos sabemos los peligros que
entraña alimentarse de una manera poco saludable… Pero no acabamos de creernos
que el responder a la pregunta vocacional de un modo superficial, o
contentándonos con mínimos, también tiene sus consecuencias en la plenitud de
nuestra vida. Así que, tú decides ¿quieres cocinar tu vida con tiempo y
a fuego lento? O ¿vas a conformarte con un descongelado de microondas?
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