sábado, 13 de abril de 2019

2019. AÑO NAZARENO. Domingo de Ramos. 1974

En la foto se ve a cuatro cofrades nazarenos infantiles, el Domingo de Ramos del año 1974 delante del paso de la Entrada de Jesús en Jerusalén. Se encuentra en la puerta de la concatedral de Santa María de La Redonda. Como dato curioso, las andas se usaban por tercera vez, ya que fueron adquiridas en el año 1972 por la Hermandad de la Pasión y el Santo Entierro. En las varas de carga se ven los hábitos de los cofrades que la portaban. Aquel año, dice la prensa, “saldrá de la Catedral. Subirá por Sagasta hasta el Espolón, le dará la vuelta completa y bajará por Muro del Carmen, Portales, hasta la Redonda. Seguidamente se celebrará misa en la catedral”. Posteriormente, se procesionaba hasta la Enseñanza, haciéndolo por Portales, Muro de Cervantes, General Franco (hoy Avenida de la Paz), Capitán Gaona hasta el colegio de la Compañía de María.
Los cofrades infantiles son, de izquierda a derecha, José Manuel Ugarte, Eugenio Ugarte, Francisco Ezquerro y Juan Ugarte. Todos ellos pasarían, posteriormente, a formar parte de la banda de tambores y cornetas de la cofradía.
Siempre se ha tenido la celebración de Domingo de Ramos como una procesión infantil y así se ha explicado. Nada más lejos de la realidad. La simbología del paso es totalmente diferente. Que Jesús entre en un pollino no es casual. Siguiendo a Benedicto XVI, “el borrico atado hace referencia al que tiene que venir, al cual los pueblos deben obediencia”. Cuando ponen los mantos los discípulos sobre el borrico estarán representando “un gesto de entronización en la tradición de la realidad davídica y, así, también en la esperanza mesiánica que se ha desarrollado a partir de ella”. De este modo hay que entender también el hecho de tirar las palmas al suelo, ya que los peregrinos, los que acompañan a Jesús, realizan la proclamación mesiánica “Hosana, bendito el que viene en nombre del Señor”.
Finalmente, decir que la gente que le aclama no son los habitantes de Jerusalén; “la escena del homenaje mesiánico a Jesús tuvo lugar al entrar en la ciudad, y que sus protagonistas no fueron los habitantes de Jerusalén, sino los que acompañaban a Jesús entrando con Él en la Ciudad Santa….La multitud que homenajea a Jesús en la periferia de la ciudad no es la misma que pediría después su crucifixión”.

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