Aquel
lejano año de 1985, Jueves Santo cayó un cuatro de abril. Desde hacía unos
años, las cofradías de Jesús Nazareno y la Entrada de Jesús en Jerusalén habían
estrechado lazos y trabajando
conjuntamente, sobre todo para potenciar las procesiones donde intervenían las
dos cofradías. Desde el principio la
nazarena cofradía logroñesa se personó en el apoyo a la procesión del Domingo
de Ramos, donde la cofradía de la Compañía de María había decidido salir con
capuz, medida a la que se opuso la Hermandad de la Pasión y el Santo Entierro.
Como ya se ha comentado anteriormente, en la primera procesión del Lunes Santo
con la Oración del Huerto, el único representante de otras cofradías fue un
hermano nazareno. Lo mismo puede decirse de los primeros Domingos de
Resurrección.
El
punto culminante fue la aparición del Cristo de los Enfermos la tarde del
Jueves Santo para procesionar por las calles logroñesas. Hubo mucha tensión, ya que ese día parecía estar destinado solamente para las Siete Palabras. Se dio la casualidad que, no siendo la cofradía escolapia parte de la Hermandad de la Pasión y el Santo Entierro, a ésta le costó mucho trabajo lograr un acuerdo entre las dos cofradías para procesionar el mismo día.
La
cofradía del Nazareno. gracias a los decididos apoyos del entonces Hermano Mayor Juan Carlos Ruizolalla y del Hermano Tesorero, Eugenio Ugarte, decidió en Asamblea, acompañar con el Nazareno Viejo a los hermanos de la Entrada
de Jesús en Jerusalén. A las cinco de la tarde se partía de Santiago por las calles
Santiago, Mayor, Sagasta, Avenida de la Rioja, Miguel Villanueva, Vara de Rey y
Jorge Vigón, delante del templo logroñés de la Virgen del Carmen. Ante la amenaza de lluvia, se intentó meter el paso dentro de la
iglesia de los Carmelitas, siendo imposible. Se dejó el paso en el pasaje de la
misma calle con Doctores Castroviejo.
Finalmente,
y tras la celebración de la Misa In Coena Domini, la procesión comenzó. Jorge
Vigón, Vara de Rey, Muro del Carmen, Plaza Amós Salvador, Rodríguez Paterna, Avenida de Viana,
Capitán Gaona, Juan XXIII, para finalizar en Jorge Vigón en la puerta del
templo del que partió.
A
los cofrades nazarenos les quedaba la vuelta. Jorge Vigón, Gran Vía, Víctor
Pradera, Capitán Gallarza, Portales, Plaza Martínez- Zaporta, Mayor, calle
Santiago para acabar en la iglesia de Santiago. En aquel entonces el paso
pequeño era portado por doce cofrades y descansaba en las horquillas durante
las paradas procesionales. Se dio el caso de lesiones en algún cofrade, caso de
José Torres, al cual se le rompió un tendón del hombro, siendo el último año
que portó los pasos de la cofradía nazarena.
A
la una de la madrugada descansaba el paso en su sede canónica. Al día
siguiente, Viernes Santo, a las ocho de la mañana, partía de nuevo el Nazareno
Viejo al Vía Crucis de la Juventud, a hombros de los cofrades, casualmente de
muchos que lo habían portado la víspera; pero, esta, es otra historia.
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