Entrada de Jesús en Jerusalén, Domingo
de Ramos, Logroño.
Cada
vez que sucede en el mundo algo que se escapa a la normalidad, aparece siempre
la misma pregunta en muchos sitios: ¿dónde está la Iglesia? Y, cada vez más,
viniendo de sectores de la sociedad que no se caracterizan por ser proactivos
sino exactamente lo contrario. Hace poco un famoso ¿comunicador?, supuestamente
progresista, parece ser que principal accionista de una empresa dedicada al
sector inmobiliario con inmuebles en el centro de la capital de España, incidía
en el tema. ¿Por qué la Iglesia no hace ninguna aportación económica en estos
momentos, se preguntaba?
Posteriormente
nos enteramos de la aportación a Cáritas por parte de los obispos españoles.
Pero no, no se trata de eso. Se trata de
algo más profundo y más potente que una simple aportación económica. José Luis
Olea, sj y en pastoralsj.org, a cuenta de los asesinatos padecidos por la
compañía de Jesús, nos habla de la presencia de la Iglesia en el mundo y en
esta pandemia. Que mejor imagen para ello que la Entrada de Jesús en Jerusalén,
fotografiada por Luis Gárriz Cano; Jesús, a lomos de un pollino, como Rey, se
presenta a la ciudad y a todos sus habitantes, con un mensaje nuevo, diferente y que, a día de hoy, mucha gente ni entiende ni quiere entender .
¿DÓNDE
ESTÁ LA IGLESIA?
La madrugada del 16 de noviembre de 1989 un grupo de hombres armados asesinaba en
El Salvador a seis jesuitas españoles y a dos mujeres salvadoreñas a sangre
fría. ¿El motivo? Se hicieron voz de los sin voz. Unos años antes, en La Paz,
Lluís Espinal sj era secuestrado y asesinado por vivir sabiamente imprudente
denunciando las injusticias que oprimían al pueblo de Bolivia. Más
recientemente, en 2014, unos nudillos golpeando a una puerta asesinaban en la
ciudad de Homs al jesuita holandés Franz Van
der Lugt que, al abrir a quien llamaba a su casa, recibió dos balazos. Los
mismos disparos que al menos alcanzaron a Isabel Solá, religiosa de
Jesús-María, cuando unos desconocidos abrieron fuego contra ella mientras
conducía su vehículo en Puerto Príncipe (Haití). Y la lista sigue… Son muchas
las personas que dan su vida por el Evangelio o que, sin llegar a la muerte, se
comprometen hasta el extremo con las realidades más sufrientes y vulnerables de
la vida.
Ante la
crisis de la COVID-19, no pocas personas se preguntan en estos días, ¿dónde
está la Iglesia? La Iglesia está donde ha estado siempre. Porque, ante
la pobreza, la Iglesia permanece. Eso es lo que ha aprendido de María,
que se mantiene a los pies de la cruz; aun no pudiendo desclavar a su hijo del
madero ni enjugar las lágrimas de su rostro… Porque, seguramente, la urgencia
de Jesús no era aquella, sino la de una mirada materna que diese sentido al
Misterio que estaba viviendo. Cuando la pobreza y la crisis no son mediáticas,
la Iglesia ya está con los pobres, porque la fe que nace de la justicia nos
compromete con ellos y nos moviliza a las fronteras.
La Iglesia
es también la voz más universal en estos días. Ni Sánchez, Conte, Boris Johnson
o Trump consiguen llegar a tantos como lo hace la Iglesia, en la persona del
Papa Francisco. Después de las impresionantes imágenes de la bendición Urbi et Orbi,
una chica italiana escribía en Twitter: «doy gracias al Papa, como no creyente,
porque sé que hoy también ha rezado por mí». Verlo así ha sido potente e
importante en este momento. Nadie está alcanzado a hablar más alto, más claro y
más de cerca desde que empezó esta crisis. Un lenguaje que muchas veces es
austero en palabras y rica en símbolos; como la plaza San Pedro en estos días:
tan vacía y, sin embargo, más llena que nunca y donde tantos nos estamos
encontrando.
La Iglesia
también sale puntualmente a aplaudir a las ocho, está en internet celebrando la
Eucaristía para muchos, rezando anónimamente, escuchando a tantos que se
sienten solos, repartiendo comida y pensando en cómo adelantarse a las
desigualdades que esta crisis va a generar cuando el confinamiento se levante y
veamos los estragos que este virus ha dejado en vaciar nuestras calles y
detener nuestra vida. También ahí la Iglesia seguirá estando, osada y valiente
como tantas otras veces.
Por todo ello, a estas alturas, quizás solo cabe dar una única respuesta. ¿Dónde está la Iglesia? En realidad, la Iglesia nunca se ha ido.
Por todo ello, a estas alturas, quizás solo cabe dar una única respuesta. ¿Dónde está la Iglesia? En realidad, la Iglesia nunca se ha ido.
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