viernes, 10 de abril de 2020

SEMANA SANTA 2020: VIERNES SANTO.

Jesús, signo de contradicción.
Paso del Santo Sepulcro en la
procesión del Santo Entierro.
 
Hoy es Viernes Santo. A estas horas, ya debiera caminar la Dolorosa de Santiago hacia la ermita del Cristo del Humilladero en su Vía Crucis al encuentro con su hijo que, con la cruz a cuestas, le espera en dicha ermita. Ya debieran estar los hermanos de la cofradía del Cristo de las Ánimas preparando su Vía Crucis; los hermanos del Santo Sepulcro nerviosos, ya que solo procesionan en el Santo Entierro del Vienes Santo: las demás cofradías, que ya han procesionado, esperando con ilusión su participación en dicho evento, la Magna procesión, razón de ser de la Semana Santa logroñesa en la calle y en torno a la cual se ha articulado el mundo pasional de la capital riojana; y siempre con esa inquietud de cada año, acerca del tiempo; lloverá? No lloverá? Se saldrá en procesión? Se suspenderá?
Portadores de la cofradía de la
Santa Cruz en la procesión del Santo Entierro.
 
Mientras estas dudas se presentan siempre en  el alma del cofrade no conviene olvidar que hoy se celebra la Pasión y Muerte de Jesucristo. En los oficios de la tarde, reviviremos la pasión y muerte de Jesús; adoraremos la cruz y comulgaremos de las formas consagradas el Jueves Santo y que se han preservado desde la celebración de la instauración de la Eucaristía y se han venerado en el Monumento de cada parroquia desde el Jueves Santo.
No es el día de hablar de la procesión del Santo Entierro; lo dejo para otra ocasión. Buscando y rebuscando he encontrado este texto, donde se nos explica las razones por las cuales, matar a Jesús, en aquella época, les venía bien a todos, no solo a unos pocos, sino a todos los que, por cualquier razón, ostentaban poder en aquella época. Recomiendo su lectura. Del libro de E. Schweizer,  ¿Quién es Jesús de Nazaret? Ed. Bruno-Edebé, Madrid 1976, pág 32-34.
Paso de la Oración en el Huerto
 
Jesús, signo de contradicción.
 
 
Cuando ejecutaron a Jesús, todo el mundo estuvo de acuerdo en que era una medida necesaria y prudente, una medida exigida por la sensatez. Es verdad que cada grupo tenía sus razones propias para estar convencido de la prudencia y de la necesidad de esta ejecución. El ejército estaba convencido de que Jesús era un revolucionario político; las autoridades civiles, de que perturbaba el orden público; los piadosos, de que era un idealista iluminado; los revolucionarios, de que en secreto era un archiconservador; la gente del pueblo pensaba, finalmente, que, a pesar de las esperanzas que había suscitado, no era capaz de resolver los problemas reales de su vida.
 
Paso de la Magdalena sumándose a la
Procesión del Santo Entierro.

Es verdad que tal unanimidad, en la que cada uno persigue unos objetivos que le son propios, siempre resulta sospechosa. Pero no deja de manifestar que nadie había llegado a reivindicar a Jesús para sí mismo y para su programa, a anexionárselo. Algunas mujeres, es verdad, lloraron en su tumba, algunos pecadores y cobradores de impuestos conservaban, sin duda, buenos recuerdos
de él. Pero a la hora de la verdad incluso éstos le habían abandonado porque ya no le entendían. Con todo, Jesús nunca había provocado a nadie, nunca había ofrecido resistencia abiertamente a nadie. Pero había llegado a excitar la contradicción de todos, incluidos los que le invocaban. Podríamos decir, por tanto, que Jesús había llegado a tocar el punto débil de cada uno, el punto donde cada uno es susceptible y que cuando se lo tocan acaba por ponerse en contra de él, abiertamente o a escondidas, activa o pasivamente, según el temperamento de cada uno. 
 
Paso del Descendimiento de Cristo

Es un éxito sorprendente y casi único en la historia del mundo: todos estaban contra él, y ninguno a favor de él, cuando fue ejecutado. Suscitó esperanzas; pero, en cuanto un grupo se entusiasmaba y quería integrarlo en su programa, lo decepcionaba. Curó a ciegos, y muchos esperaron los milagros del fin de los tiempos; pero no hubo más que unos pocos ciegos curados entre millones, y Jesús no hizo nada por crear casas o centros de asistencia para los ciegos. Se tomó con tanta seriedad las promesas de Dios que muchos vieron en él al Mesías que había de venir, pero nunca exhortó a tomar la espada y emprender con la ayuda de Dios la guerrilla contra los romanos. Proclamó felices a los pobres, y muchos pensaban que entonces tomaría su partido y provocaría la caída de
los ricos y de los poderosos, pero no hizo nada en concreto de cara a un nuevo orden social, ni tan sólo de cara a la abolición de la esclavitud. Y, con todo, su impacto fue tan fuerte que de la izquierda a la derecha, de los pobres hasta los ricos, de la gente piadosa hasta los descreídos, todos se lanzaron contra él, contra este signo de contradicción. Y este signo de contradicción lo sigue siendo de tal manera que, hasta ahora, es un poco como el péndulo de un reloj que, en todo el mundo, despierta una y otra vez las conciencias, pone en marcha movimientos y desencadena la contradicción contra condiciones inhumanas.
Pies de las penitentas que acompañan al paso
de María Magdalena

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