sábado, 11 de abril de 2020

SEMANA SANTA 2020: SÁBADO SANTO.



Soledad de María.

El Sábado Santo es un día especial. Prácticamente han pasado casi todos los fastos pasionales en las calles de Logroño. Las cofradías se dedican, con excepción de los que tomarán las calles con el Resucitado, a guardar todos los enseres, acondicionar las sedes canónicas que han sufrido como si de un tsunami se tratara, la presencia de las asociaciones penitenciales, para preparar la Vigilia Pascual.
En la sede canónica de la cofradía de Jesús Nazareno y Nuestra Señora de los Dolores se celebra un acto que ha pasado, pasa y pasará, desapercibido para casi todos los cofrades de la ciudad. Durante una hora y dirigidos por el prior de la cofradía y párroco de Santiago, el Real, toda la persona que quiera acercarse, acompaña a María en esos momentos de soledad absoluta, de no acabar de entender que ha pasado y, sobre todo, por qué ha pasado.
Sabiendo, por experiencia propia, que no hay palabras para expresar lo que se siente en una situación igual o parecida, acudo, como siempre, a mis amigos de pastoralsj.org, donde he encontrado este precioso texto de Emmanuel Sicre, sj. Por supuesto acompañado de una foto hecha por Luis Gárriz Cano de la Dolorosa que acompaña a Jesús Nazareno en la titularidad de la centenaria cofradía riojana.

Caminos hacia Dios: las heridas.

Las heridas son puertas entreabiertas al misterio de la vida. Allí donde el dolor abre la carne hay gritos de parto que advierten el deseo de vivir. Cada herida se torna, entonces, el anuncio de una reparación, el deseo de un alivio, la esperanza de una cicatriz. Las heridas de una cruz que Dios no da, sino que ayuda silencioso a cargar, nos revelan el ardiente anhelo de una pascua que nos murmure al oído que las lágrimas limpian los ojos para ver mejor el sentido de nuestra historia magullada.
Cuando las heridas son de muerte, cuando lo que es deja de ser, comienza la nueva vida, esa que verdea en los bordes de la herida y nos regala la esperanza de que posible siempre reescribir la propia historia con el lápiz de Dios.



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