miércoles, 8 de abril de 2020

SEMANA SANTA 2020: MIÉRCOLES SANTO.

Dícese de la procesión del Encuentro
Y de la llegada real de la Semana Santa a Logroño.
 
Encuentro a principios de los años 80 del siglo XX
Por fin amaneció el gran día. Por fin, la Semana Santa con mayúsculas llega a Logroño; por fin se respira el definitivo ambiente pasional en las calles del casco antiguo de la capital  riojana. Es cierto que, a pesar de los grandes esfuerzos que anualmente se realizan Lunes y Martes Santo en las calles logroñesas, las celebraciones pasionales no logran plasmar uno de sus objetivos, que no es otro que llevar y transmitir a la ciudad el aviso de que se va a rememorar uno de los hechos más importantes de la historia de la salvación: la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo.
Encuentro a finales de los años 60 del siglo XX
 
Llega el Miércoles Santo y, a partir de media tarde, ya se nota el nerviosismo en dos iglesias; la concatedral de la Redonda y la parroquia de Santiago, el Real. De ellas partirán bien entrada la noche los pasos de Jesús Nazareno y la Dolorosa, para rememorar como se viene haciendo en Logroño desde hace casi un siglo, el encuentro de Madre e Hijo en la calle de la Amargura. Los Evangelios solo hablan del encuentro con las mujeres de Jerusalén. Serán los Apócrifos los que añadan más encuentros. Entre ellos el de Jesús y su Madre, María, acompañada por el apóstol Juan. Y la ciudad de Logroño lo rememora cada año, siendo, como se ha dicho, el pistoletazo que culminará con la magna procesión del Santo Entierro y, por supuesto, con la Resurrección, también procesionada en la ciudad, aunque pasando un poco más desapercibida.
Dolorosa saliendo de la Redonda para dirigirse al Encuentro.
 
La procesión del Encuentro logroñesa siempre ha deambulado de un sitio a otro buscando el lugar ideal. Desde la esquina de la calle Sagasta con la calle Mayor, pasando a la Plaza de San Agustín, ocupando la esquina del antiguo Palacio de Justicia, para buscar diferentes puntos de la ciudad, acabando en el actual cruce de las calles Once de Junio con Portales. Es como si los cofrades logroñeses dijesen eso a sus conciudadanos; no os preocupéis, que también lo vamos a llevar cerca de donde estáis.

Aspecto de la calle Santiago esperando la salida del paso del Nazareno
un Miércoles Santo por la noche en Logroño,
 
Estas líneas que siguen, las escribe un cofrade, portador, nieto, hijo, sobrino, padre y tío de cofrades nazarenos. Parcialidad toda, a la hora de hablar de su cofradía, de su paso y de sus hermanos cofrades. Sin duda uno de los momentos más importantes para los cofrades nazarenos; la ubicación de la sede canónica, la disposición de las calles por donde procesiona, el entorno, la esencia del ser “nazareno”, todo ello crea un clima inigualable desde el punto de vista pasional, procesional y cofrade. Ser los pies del Nazareno, desde el  encuentro del año 1984, durante unas horas al año es la mayor y mejor sensación de esfuerzo y sacrificio que solo portando a Jesús con la cruz a cuestas se puede tener. Lo demás, en determinados momentos y este es uno de ellos, es adyacente y, realmente, sobra.  La celebración donde los nuevos hermanos son admitidos en la cofradía, el Padrenuestro de los portadores en la capilla del Cristo románico, todo ello va creando el ambiente real en el que se mueve el portador nazareno. Lo demás, como dijo una vez un portador nazareno, hay que vivirlo, por lo menos una vez en la vida. Portar el nazareno no es un derecho del cofrade, es un honor.
Detalle de la cara del paso de Jesús Nazareno de Logroño.
 
Sirvan estas líneas para homenajear a todos los portadores nazarenos que, a lo largo de más de ciento treinta años, nos han legado esta tradición y que nosotros repetimos y esperemos poder legar a más hermanos.

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